Belleza

Las edades

Ha cambiado mucho lo de la edad, es cierto. Ahora se es adolescente hasta los veinticinco, joven hasta los cuarenta y tantos, viejo a partir de la quinta edad. Sin embargo, la eterna juventud de hoy es más virtual que real. Somos mucho más jóvenes en las fotos que nos hacemos con nuestros teléfonos y sus filtros, que en un frente a frente. Somos más jóvenes en el espejo que en la mirada del otro. Porque, queridos, aunque la esperanza de vida ha aumentado mucho, la juventud no está ni en los tamices ni en la cirugía ni en la estética, la juventud sigue estando en el espíritu. La curiosidad, las ganas de aventuras, el humor o el entusiasmo por la vida, no te los da un tratamiento de botox o una pastilla para el deseo sexual. Eres joven cuando confías en los desconocidos o crees que puedes echar una manita al mundo. Eres joven cuando oyes música y se te mueve el cuerpo en un baile sin público. Eres joven cuando conservas la sonrisa franca de la ingenuidad. Pensamos, nos han vendido, que la apariencia juvenil es el elixir de la felicidad. No es cierto, observo a la gente y ni la belleza ni la lozanía dan calma ni dicha auténtica. Voy al parque a pasear a mi perra y percibo ese postureo continuo. Gente tomando el sol con músculos de gimnasio y taparrabos coloridos, mujeres de mi edad sin patas de gallo, flacas henchidas de presunción. Sin embargo, las más felices, sin duda, son tres humildes damas, con todas sus manchas, arrugas y michelines, con más cachondeo en el cuerpo que nadie. No se cual es su secreto. Desde luego, no la apariencia.