Educación

Matemáticas en la escuela y la ciencia

La Razón
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La Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo acaba de publicar los resultados de su estudio cuatrienal sobre el nivel de los alumnos de nueve y diez años en matemáticas. Como es habitual en este tipo de valoraciones la posición española deja bastante que desear. Los estudiantes de cuarto de primaria, aunque aprueban por primera vez, se ubican por debajo de la puntuación media del conjunto de países de la OCDE. En concreto, un cuatro por ciento menos. Ello señala que, en general, estos niños españoles sólo son capaces de emplear las matemáticas para dar respuesta a problemas sencillos y tienen cierta dificultad para razonar con el rigor de la materia y para manejarse con la geometría. Pero lo relevante no es sólo eso, sino que entre ellos hay muy pocos que destaquen por sus habilidades. Sólo tres de cada cien llegan a la excelencia y otros veinticuatro alcanzan un nivel alto. Ambas proporciones son inferiores a la del perfil conjunto de los países desarrollados, mientras que ocurre lo contrario cuando lo que se considera son los niveles bajos. Puede consolar que los escolares croatas, franceses y chilenos se encuentran aún peor que los españoles, aunque lo cierto es que estamos enormemente alejados de los asiáticos –Singapur, Corea y Japón– o de los rusos y británicos, por citar sólo los más aventajados del mundo. Sin embargo, también hay que decir que algo se ha mejorado desde la anterior evaluación, tanto porque ha aumentado la proporción de colegiales avanzados como porque ha disminuido la de los rezagados. Al ministro de Educación esto le parece estupendo –y confieso que a mí también, tal vez porque albergo la esperanza de que algún día mis discípulos en la universidad sean mejores en estas lides– y lo atribuye, cómo no, a la Lomce. Este ministro ya nos tiene acostumbrados a arrimar todas las ascuas que se encuentra por el camino a su sardina, con la desfachatez de quien no teme llegar a creer en sus propios engaños. Porque lo cierto es que, cuando se les hicieron las pruebas a los más de siete mil niños españoles que participaron en el estudio, la reforma educativa del PP no había llegado a su curso; y los cambios curriculares, tampoco. Más bien parece que, en pleno proceso de recortes y restricciones, lo que ha mejorado algo es la calidad y conocimientos de los profesores de matemáticas.

No está mal esto último. Pero podría ser mejor. De hecho, la OCDE acaba de mostrar en uno de sus informes que, en términos comparativos internacionales, las matemáticas son el primer dominio de especialización en la ciencia española. Ello es así porque en nuestras universidades se hace buena investigación en esta materia. Convendría, claro, que los conocimientos que se derivan de ella fueran permeándose hacia los profesores de primaria y sus alumnos. A esa tarea debiera dedicarse el ministro en vez de llenar de palabras huecas su futuro pacto de Estado por la Educación.