Acoso sexual

«Metoo» en todas partes

En todas partes cuecen habas, o sea, las faltas de respeto, los abusos psicológicos, verbales o, incluso peores, los físicos. El machista, el misógino, la hembrista (versión femenina del misógino), la feminazi... es una actitud vital hija de la escala de valores y de los principios que de la formación académica, rango social o profesional. El hombre, en general, se habituó (porque la mujer, en general, ha contribuido, muy a su pesar, por omisión -con su sumisión y su silencio-, al ‘hábito’), a tratar a las mujeres con condescendencia. El filósofo Arthur Schopenhauer (misógino e imbécil a partes iguales), sostenía que la mujer era ‘un ser de ideas cortas y cabellos largos’ (sic). Premisa todavía vigente, a tenor de la conducta que exhiben muchos para con las mujeres. Que a una mujer le diga un hombre que es demasiado bonita para trabajar en la Eurocámara, no es piropo sino displicencia, o sea, desdén envuelto en celofán de halago. Como si la belleza fuese obstáculo o excusa para trabajar o no en una empresa.

En ese caso, la ‘lindeza’ la ha soltado un hombre. En mi caso, fue una mujer. Hace años, en una cena donde sólo había mujeres, una abogada, y, entonces, directora de una agrupación de mujeres empresarias, al yo comentar que llegué a directiva, sin haber roto techo de cristal alguno, con tan sólo 29 años, afirmó que ‘las guapas tenemos ventaja, pues encandilábamos’. Ni una sola mención a mi currículo o a mis méritos profesionales. Lo más curioso es que, en mi caso, nunca un hombre se metió con mi guapura. La verdadera igualdad se conquistará cuando la mujer crea tanto en sí misma que ose no permitirle a nadie que la infravalore o la ningunee. ‘MeTooEP’ es una excelente iniciativa. Animo a todas las personas de bien a sumarse. ‘MeToo’ estoy hasta la corona de imbecilidades y abusos.