Alfonso Ussía

Paraguazo

La Razón
La RazónLa Razón

Si Rivera ha decidido abstenerse para facilitar en el Congreso la investidura de Rajoy, que se deje de mandangas y lo haga en la primera votación. Si el «no es no» de Sánchez se ha convertido en un «a día de hoy, no», que se deje de milongas y acepte la cruda realidad. «A día de hoy...abstención», pues de no hacerlo y provocar unas nuevas elecciones la influencia del PSOE en la política española menguaría aún más y facilitaría una mayoría absoluta del Partido Popular. La gente está hasta las narices de estos trileros que juegan con la voluntad de los electores con una desvergüenza insólita. Uno y otro se van a abstener, no en beneficio del equilibrio institucional que hoy necesita España. Se van a abstener porque unas nuevas elecciones pueden ser devastadoras para sus partidos, y en sus partidos no les van a permitir tamaña estupidez. Táctica de asnos. Perdía Verdasco 5-1 el primer «set» y uno de los comentaristas, amigo del táctico, nos reveló la estrategia: «Fer se está reservando para el segundo “set”». Se me antojó una ligereza, pero tuve que aceptarla. Perdió 6-1 el primer «set» y 6-0 el segundo. Le salió mal la táctica Sánchez, que en aquellos tiempos era un desconocido absoluto.

Si Sánchez y Rivera han llegado a la conclusión de que unas terceras elecciones les llevarían al borde del precipicio del ridículo, lo que tienen que hacer es estrechar los plazos, permitir que Rajoy gobierne en minoría y marcharse unos días de vacaciones, aunque no las merezcan. Sánchez ya ha consumido ocho días en el chiringuito, pero nada nos escandalizaría si se calara de nuevo la gorra y disfrutara de ocho días más. Y Rivera, que ya ha reconocido que en la segunda votación se abstendrá con los suyos, ¿por qué no se deja de chamamés y asume que negarse a la primera y abstenerse a la segunda oportunidad no le garantiza la condición de héroe? «Se está reservando para el segundo “set”». Ese segundo «set», por cualquier causa, puede determinar que se dispute un tercero, y ese tercero puede dar un resultado contundente aunque el juez árbitro sea el propio Sánchez y la juez del fondo de pista, la que se lleva los pelotazos de los saques errados, Begoña Villacís, o en su defecto Girauta, que no es ágil y puede terminar el partido con el rostro amoratado a bolazos. Si ya han reflexionado, o lo han hecho los suyos por ello, y la abstención en la segunda votación está decidida, que lo hagan en la primera y la ciudadanía se lo agradecerá. Lo contrario es jugar con el público, que hasta en el tenis puede convertirse en una fiera.

Le preguntaron al maestro Curro Romero, don Francisco el de Camas. –¿ Cuál es su público preferido? ¿El de Madrid, el de Sevilla, el de Bilbao o el de Jerez?–. Y el maestro respondió: –Mi público preferido es el de Wimbledon–. Interesante respuesta. El público de Wimbledon no lanza almohadillas contra la cabeza de los tenistas, ni saca pañuelos verdes, ni le grita al Duque de Kent ¡cojo, cojo, cojo!, ni aplaude a uno y desprecia al otro. Es un público perfecto, cuyo comportamiento siempre resulta ejemplar. Pero un público áspero en el tenis también puede terminar siendo desagradable y peligroso, y si no lo creen, busquen y pregunten al tenista australiano Bob Lawson, que recibió un paraguazos de una señora indignada cuando se retiraba después de haber perdido. La agresora fue detenida y resultó ser la madre de Bob Lawson, que estaba de su hijo y sus derrotas hasta la coronilla. Pues el tercer «set» que ilusiona a Rivera y Sánchez es más que probable que termine como el paseo hacia los vestuarios de Lawson, con un paraguazo de sus respectivas madres, mientras el tenista que apenas ha sudado la victoria se adentra en las duchas comiéndose la risa.

Están haciendo el canelo. A Rajoy no se le pueden conceder distancias largas, porque las domina. El peor enemigo de Sánchez y Rivera es la soberbia, la prepotencia, el empecinamiento en negar unos resultados que no son discutibles. Para que Sánchez gobierne en España necesitaría del apoyo de los que quieren separarse de España, y ese juego es muy peligroso. Acepten las cosas como son, no dilaten la incertidumbre, y controlen al Gobierno desde los escaños, dejándose de chorradas.

Porque un tercer «set» terminaría con ellos. Con Sánchez y Rivera. Es más, los apartaría para siempre de la competición.