Marta Robles

Regalar mal y peor

La Razón
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Los Reyes Magos son quienes son y que nadie se atreva a dudarlo. Pero hete aquí que, mientras unas veces aciertan de pleno, otras regalan justo aquello que uno más detesta. Así es. No sé si tendrá que ver con que elija Melchor, Gaspar o Baltasar, pero lo cierto es que el resultado a veces es tan cutre que nos hace añorar el carbón de los malvados.

Está claro que a partir de ciertas edades, los regalos no deben ser más que detalles del alma, con el cariño impreso en las sonrisas de quien ofrece y quien recibe; pero hombre, se agradece que el que entrega piense un poquito en el destinatario y no le regale algo usado, algo «recalentado» (que le mandaron a él y decidió darle salida en vez de quedárselo). O algo tan, tan, tan simbólico como para no merecer ni el envoltorio ni el lazo. Hay que saber, además, que los regalos pueden ser una buena inversión. Y no solo porque animen a ser devueltos con el mismo peso específico, sino porque el que recibe un regalo dedicado de verdad, se siente importante, querido y bien tratado y a partir de ese momento contrae una especie de deuda con el regalador.

Pero no se lleven a engaños: si le han regalado mal en esta ocasión, no tiene que significar que los Reyes Magos de Oriente pasen de usted o que no hayan pensado en lo que le podría gustar; puede haber sido falta de tiempo, pura equivocación o recorte presupuestario.

Eso sí: con los regalos está permitido ser rencoroso. Si le han regalado mal, apunte. Seguro que encuentra una oportunidad para regalar peor...