ERC

Sentimiento o coartada

Estamos pasando de las sospechas a las certezas en un tiempo récord. La primicia de Antena 3 Noticias enseñando las actas de la ANC (Asamblea Nacional Catalana) en las que se demuestra que las desmentidas irregularidades contables de esta organización, nacida en los despachos oficiales del independentismo para crear una falsa sensación de espontaneidad ciudadana, están reconocidas por la propia jefa del invento, Carme Forcadell, es una nueva bomba de relojería que ha estallado en el viejo y ficticio oasis catalán donde el silencio que Forcadell pide a sus colaboradores, ha sido clave para disfrazar de sentimiento lo que para la élite del separatismo no era otra cosa que una coartada que permitiera tapar bajo la senyera los desmanes económicos que mucha gente intuía pero que nadie, o casi nadie, se atrevía a denunciar públicamente para no ser tachado de anticatalán y, como no, de facha centralista. Ahora mismo, cuando la confesión con tintes de cortina de humo de Pujol puede terminar levantando alfombras que algunos creían que estaban clavadas firmemente al suelo desde las filas de quienes apoyan la consulta del 9 de noviembre siguen pensando que no hay mejor defensa que un buen ataque y se envuelven en el victimismo que conocemos más que de sobra para que sus seguidores, y sobre todo los dos millones de indecisos que la propia ANC reconoce que existen frente al referéndum, piensen con las tripas y no con la cabeza. Quien se decida a pensar con la cabeza, algo que por otra parte es seña de identidad inequívoca de los catalanes, no tiene más que analizar el dinero que se lleva gastado en el montaje soberanista en los últimos años mientras el Gobierno catalán sigue apretando las tuercas a los ciudadanos con recortes, seguramente necesarios, pero gastando cantidades muy importantes de dinero público en diseñar ese Camelot (que en este caso deriva directamente de camelo) en el que Artur Mas promete la felicidad absoluta.