Enrique López

Sentimientos morales

La Razón
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Hoy toca hacer balance de un año y todos los responsables políticos lo han hecho. Como corresponde en una democracia, cada uno desde su punto de vista. En España, el año 2017 está marcado por el intento de separación de Cataluña, hechos subiudice y como tales vedados a mis comentarios. Pero como ciudadano no puedo dejar de expresar la zozobra y preocupación con la que he vivido semejantes acontecimientos, los cuales pasarán a la historia por su excepcionalidad y especialmente por su gravedad. El Estado, a través de su estado de derecho, ha reaccionado con prudencia y sometido como no puede ser de otro modo al principio de legalidad, y a sus consecuencias nos debemos Y eso es lo que algunos deben tener en cuenta, los actos investigados por el sistema de justicia no dan lugar al oportunismo, como una suerte de decisión propia sometida a la voluntad individual, deben tener claro que lo hecho, hecho está y que todo aquello que sea susceptible de encajar en una consecuencia legal dará lugar a su resultado, sin posibilidad de establecer diálogos o negociaciones. Con la ley no se dialoga, se cumple, y si no, se somete uno a las consecuencias anudadas a comportamientos ilegales. En este extremo conviene no intentar engañar a la sociedad generándole falsas expectativas. La negociación política es muy positiva y a veces necesaria, pero esta no se puede practicar ni en el seno de un proceso judicial, ni a costa del mismo. El que pretenda doblegar la justicia con fines políticos se encontrará con un muro infranqueable que no va a poder sortear. Nuestro sistema legal esta henchido de garantías constitucionales que permiten un amplísimo derecho a la defensa, y aquí nada que objetar, sino mantener y garantizar su ejercicio, como hemos hecho siempre. Recordemos que el más duro rostro del terrorismo extremo que desgraciadamente hemos sufrido en España no ha impedido el despliegue y cumplimento de nuestro elenco de derechos procesales, nunca hemos retrocedido ni un ápice en las garantías de nuestro Estado de derecho, y ello a pesar de los muchos motivos que nos daban. Al final, hemos triunfado frente a esta barbarie. Esto es predicable a todo, y por ello nuestro país, España, ofrece un marco jurídico envidiable para la investigación y enjuiciamiento de hechos como los acaecidos y sobre esto no puede caber duda alguna. Por ello, insisto, no se puede intentar engañar a la opinión pública, ni en Cataluña ni en el resto de España. Decía Stuart Mill que «las leyes no se mejorarían nunca si no existieran numerosas personas cuyos sentimientos morales son mejores que las leyes existentes». No me cabe duda de que las leyes, y en especial la Constitución, se pueden y se deben mejorar, pero siempre que a las personas que lo intenten les guíen unos sentimientos morales mejores que los que inspiraron la propia Constitución, porque, de lo contrario, estaríamos malogrando cuarenta años de senda democrática, libre y próspera. Aquellos que hayan actuado o actúen en contra de la democracia, la liberad, y la prosperidad no respetan sentimiento moral alguno, sino todo lo contrario.