Restringido

Spaghetti o chorizo western

La Razón
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La campaña catalana se está caracterizando por el brochazo gordo y por una alocada carrera por tener un segundo en los informativos. El trazo grueso consiste en que todo el mundo llama a las elecciones autonómicas elecciones plebiscitarias sin ir más allá. Los recursos para ocupar minutos televisivos han llevado a los líderes políticos a hacer cosas tan poco recomendables como hablar como se supone que hablan inglés los indios de América del Norte.

Nos hemos quedado perplejos escuchando a unos y otros lanzarse mensajes como si se tratase de un western. Eso sí, no nos han dicho de qué película se trata, quizá para que se esfuerce aún más la imaginación del espectador. Podría ser que el conflicto empezase por lo que muchos entendieron que se trataba de un intento de lograr más financiación, entonces nuestra película sería «Por un puñado de dólares». Pero, en realidad, lo que quería el Sr. Mas era «Cabalgar en solitario», claro que eso le ponía al nivel de Clint Eastwood en «El fuera de la ley».

Se ha ido macerando un clima de «Hoguera de odios», donde Charlton Heston no se fía de Jack Palance en su intento de acuerdo de paz y los separatistas han ido tejiendo la leyenda de que el río Pecos, que separaba la barbarie y la civilización en «El juez de la horca», les separa de España.

La confrontación electoral más bien parece una batalla, como en «Appaloosa», uniéndose todas las tribus contra el enemigo común. Como esto siga por estos derroteros, lejos de hacer historia como «Los siete magníficos», va a terminar pareciendo «Los hermanos Marx en el Oeste» y, en lugar de «El bueno, el feo y el malo», que aunque es evidente no diré quién es cada cuál, terminarán siendo «Juntos hasta la muerte», electoralmente, claro está. En realidad, el Sr. Mas intentaba, con muy poca fortuna y menos gracia, criticar que desde fuera de Cataluña se expongan argumentos y opiniones sobre lo que puede pasar el domingo. El president de la Generalitat, que nació en Barcelona, ¿cómo se sentiría si fuese criticado por ir a dar sus razones y a pedir el voto a Gerona? ¿Qué pasaría por su cabeza si le llamasen forastero en Calafell? A muchas personas nos está pareciendo una campaña demasiado frívola y muy poco sustantiva para lo que nos estamos jugando todos.

Al señor Mas no le cabe Cataluña en la cabeza, la quiere pequeña, a medida para ese 20% que se siente sólo catalán, donde se excluye y sobra el otro 80%. No entiendo cómo se puede querer tanto a la tierra de uno y ser tan excluyente con quienes la pueblan. Es verdad que también están los que nunca han entendido bien a España, a quienes no les cabe en la cabeza tal como es, grande, diversa, rica culturalmente, la España ancha y de las cuatro lenguas. En un intento de homogeneizar, no son conscientes de que hacen más pequeño y pobre nuestro país.

Los líderes deberían hacer un esfuerzo por explicar y razonar estos últimos días de campaña. Cuando a un dirigente político le pregunten por la singularidad de Cataluña debería esforzarse en la respuesta, porque no está el país ni para insolvencias ni para diluirse en el gris otoñal.

Es verdad que Cataluña es una región importante, la conexión de España con Europa y el Mediterráneo, y se produjo antes la transición demográfica que en el resto del país. También que tiene un idioma literario que forma parte de su cultura. Pero la singularidad catalana no es exclusiva en España, también tienen la propia valencianos, baleares, vascos o andaluces.

A veces, los políticos nos sometemos a la disciplina y el encorsetamiento de las palabras, en las que tampoco caben plenamente las ideas. No se puede reivindicar Cataluña apelando a la historia sin tener en cuenta los últimos 300 años, los más importantes de nuestra historia, siglos de camino en común. Negar esa historia en común es negar también la singularidad de Cataluña, porque el desarrollo de Euskadi también es la implantación de industria pesada; el de Valencia, el desarrollo de infraestructuras turísticas, de comunicación y comerciales, y el de Cataluña, en parte, el esfuerzo de todo un país no sólo en la construcción de infraestructuras materiales, sino de cientos de miles de españoles que dejaron sus casas y sus pueblos para dar lo que tenían, que no era otra cosa que trabajo y futuro, y contribuir a modernizar el puente entre España y Europa.

En «Tierra generosa», las balas acababan con la prosperidad, ¿por qué no se ocupan todos de que familias enteras no tengan que vivir con la pensión de los abuelos, que un desempleado tenga esperanza o de que no le dé miedo a un inversor apostar por Cataluña y por España?

Los western que se rodaban en España se denominaban spaghetti western o chorizo western, y no lo digo por nada.