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Temporal

La Razón
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La actuación del Gobierno siempre está sometida al control de la oposición, que tiene el derecho y la obligación de analizar y valorar la gestión realizada. Hemos sufrido un temporal de frío polar y nieve con datos históricos en algunas zonas de España. La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) ha confirmado que no hay precedentes de un temporal de estas características desde que hay registros. En la Comunidad de Valencia hubo muchos lugares donde no había pasado nada igual nunca, o en décadas. Una situación tan extraordinaria como esa, además de otras circunstancias que empeoraron todavía más las cosas, provocó que la autovía A-3 estuviera cortada durante unas 18 horas, con cientos de personas atrapadas en sus vehículos. También lo estuvo la línea del AVE Madrid-Levante, y cinco trenes estuvieron detenidos en Albacete, pudiendo trasladar posteriormente a los viajeros con medios alternativos. La Guardia Civil, la Unidad Militar de Emergencias (UME) y múltiples departamentos del Ministerio de Fomento trabajaron sin descanso hasta conseguir solucionar la situación más crítica. También se contó con la colaboración de personal dependiente de administraciones autonómicas y locales. Algunos diputados han hablado de imprevisión y negligencia, pero no han dicho nada de lo ocurrido en algunas carreteras dependientes de la Comunidad Valenciana, donde la situación fue similar, con muchos vehículos atrapados y tramos cortados. Por coherencia deberían hacer la misma valoración, pero sería igual de injusta, porque ni el Ministerio de Fomento ni la Generalitat Valenciana fueron negligentes. El Gobierno de España y los autonómicos cuentan con los medios adecuados para las situaciones que se producen habitualmente, incluso para aquellas que exceden de lo normal, como ocurrió en muchos lugares de España en los que todo funcionó correctamente. Pero no disponen, ni pueden disponer –sería un despilfarro–, de medios suficientes para casos tan excepcionales que ocurren cada 50 años, como el que se vivió en algunos lugares del sureste peninsular.

El ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, estuvo al frente, como es lógico, de los trabajos preventivos que se habían hecho y de los que se realizaron durante la noche más crítica. Compareció ante los medios de comunicación para informar y dar cuenta de la situación, agravada por desafortunadas circunstancias, como la caída de postes eléctricos y el cruce de camiones y turismos en la carretera, que fueron determinantes para incrementar las ya enormes dificultades existentes. Pidió disculpas, especialmente a los ciudadanos que peor lo pasaron aquella noche en sus vehículos bloqueados por la nieve, comprometiéndose a analizar a fondo todo lo que ha pasado para corregir los errores que se puedan haber producido y mejorar la respuesta cuando vuelva a darse una situación igual. Además, ha visitado las zonas afectadas por las intensas precipitaciones y el viento para evaluar los daños y que se puedan recibir las ayudas correspondientes, y dará explicaciones en el Congreso contestando a las cuestiones que se planteen.

Para los que comparan las críticas que ahora se han realizado con las que hizo el Partido Popular con motivo de otro temporal en enero del 2009, les sugiero que antes comparen los hechos y la gestión llevada a cabo en ambos sucesos. Bastaría recordar la intensidad de aquella nevada –comparándola con la de hace unos días– en las zonas en las que afectó de forma importante a la gente, por ejemplo acordándose de los centímetros que tenía la capa de nieve en el aeropuerto de Barajas cuando fue cerrado; o las consecuencias de la imprevisión que hubo, que fue reconocida y confirmada al difundirse versiones contradictorias dadas por la ministra Magdalena Álvarez y el responsable de meteorología sobre los avisos previos del temporal. En política, la crítica es necesaria, y algunos políticos, como el actual ministro de Fomento, además de aceptar las críticas, son exigentes consigo mismos, intentando siempre corregir lo que no ha funcionado para que la gestión sea cada vez mejor.