Enrique López

Una vía, un tren

La Razón
La RazónLa Razón

Erre que erre el empecinamiento de algunos políticos en Cataluña es proporcional al daño que están causando a la sociedad catalana, a la cual han llevado al límite, provocando una fractura que tardará mucho tiempo en superarse; pero que no les quepa duda de que se les pararán y sus pretensiones secesionistas fracasarán. No sólo han caído en una grave irresponsabilidad generando una situación política imposible e insostenible, sino que han despreciado de forma temeraria la fuerza del Estado y especialmente la del Estado de Derecho. Están sorprendidos al observar cómo tras desproporcionadas e histriónicas acciones, el Estado responde con tranquilidad, pero a la vez con una firmeza irresistible y todo ello dentro de la mas estricta legalidad y sobre todo proporcionalidad. La fuerza del Estado es irresistible y se impondrá y ello porque, además de asistir la razón legal, se encuentra movido y conmovido por una serie de obligaciones indeclinables e ineludibles. Este partido, el Estado Español, así como la inmensa mayoría de los ciudadanos en Cataluña y en el reto de España, no deseaban jugarlo, pero nos han obligado y se debe ganar y se va a ganar. Una democracia se desarrolla sobre la base de un Estado de Derecho que la legitima y todo aquello que atente contra el mismo debe ser rechazado. Fuera de la ley no hay legitimidad alguna. No obstante, el dialogo forma parte esencial de la democracia, pero el diálogo se debe desarrollar dentro de la legalidad respetando las reglas preestablecidas y nunca bajo coacción, amenaza, ni empleado vías de hecho. Semejante desproporción ofrece al Estado a través de su Estado de Derecho infinidad de medidas proporcionales como reacción y esto ha sido despreciado por los que pretenden colocar a España al borde del colapso, pero no es más que una pretensión que pronto se verá contradicha por la realidad de los acontecimientos. No se puede negar la importancia del diálogo y la negociación política en la Democracia, no cabe duda que los problemas del país son muy complejos y requieren de dialogo y negociación. Pero también hay que recordar que el diálogo democrático conlleva sacrificios y renuncias que hay que estar dispuestos a hacer. Hablar solo de lo que yo quiero y de la forma que yo quiero no es dialogar. Es un acto de falsa autoridad y soberbia y esto es lo que se ha desarrollado en la política catalana por parte de algunos, los cuales, de forma obstinada y pertinaz, a la par que irresponsable, han creado un problema artificial que está desangrando a la sociedad catalana de una forma inimaginable hace pocos años. Ante semejante actitud solo cabe la aplicación de las medidas legales pertinentes, proporcionales y eficaces y ello no como una opción, sino como una obligación ineludible. Se habla de un choque de trenes y esto no es cierto. Solo hay una vía y un tren, el problema es que algunos quieren desenganchar un vagón. Mas, ¿para qué? No existen más vías. ¿Tan solo para ir separado del convoy? Qué paradoja tan triste en la Europa de la unión de estados que una región quiera transitar sola y en dirección contraria.