María José Navarro

Yo, Leonor

¿Han visto Vds. lo bien que funcionan las pilas nuevas que le hemos puesto al abuelo? Cómo me lee, cómo me ve sin gafas, cómo me pronunció enteras las palabras, qué barbaridad. Ya les digo, unas pilas nuevas de esas gordas y un par de lámparas de las de interrogar a los malos apuntando al papelillo y como la seda. Estamos todos muy contentos, la verdad, dentro de lo que se puede estar contento en esta familia, que es que no ganamos para disgustos. Ganar, lo que se dice ganar, dinero poco. No se por qué les cuento esto cuando saben Vds. de sobra lo que cobra abuela, tita y Doña Altibajos, que es que cualquier día nos van a hacer pagar para reinar, caracoles. Del precio de la operación del abuelo imagino que no tendrán nada que criticar porque nos lo han dejao «niquelao». Vamos, que si se yo cómo iba a quedar de lustroso, tiro de hucha y de futuras asignaciones como reinita que voy a ser y se hubieran acabado las tonterías hace años. El otro día se me ocurrieron dos ideas geniales que, para variar, no han gustado. Una era contratar a Arbeloa para que le rasure el tendón de Aquiles al juez ese de la moto. Un trabajo limpio, profesional, sin sentimientos. En un barullo, cuando esté aparcando, zas, y a disimular. La otra es que la tita baje la rampa, eso sí, de Felipe Varela de punta a cabo. «¿No le puedes prestar tú un vestidito, y le sacamos un poco de la sisa?», le dije a Altibajos. Efectivamente: estoy amordazada en mi cuarto.