El canto del cuco
Crucificar a Mazón
Con esta maniobra sucia persiguen «quemar» a este dirigente popular, sembrar el desconcierto en la dirección y en las filas del PP y cambiar, en provecho propio, la inclinación del electorado valenciano.
Asistimos a una campaña perfectamente organizada contra Carlos Mazón, el presidente valenciano. Aprovechando algunas torpezas suyas a la hora de dar explicaciones sobre su comportamiento el día de la dana, se pretende convertirlo en cabeza de turco de la tragedia. Es completamente injusto. Una vez más la izquierda, en este caso unida a los separatistas radicales, aprovecha una desgracia pública para intentar sacar provecho político del desastre. Con esta maniobra sucia persiguen «quemar» a este dirigente popular, sembrar el desconcierto en la dirección y en las filas del PP y cambiar, en provecho propio, la inclinación del electorado valenciano. Organizan manifestaciones multitudinarias, promueven colectas, contagian a los medios, incluso a los menos adictos, con la contundente consigna –«¡Mazón, dimisión!»– e impiden un análisis sereno de las verdaderas causas y responsabilidades de la tragedia y de los pasos necesarios para reconstruir el territorio y evitar otros desastres parecidos.
De momento han conseguido que nadie pregunte por los demás implicados en esta historia. ¿Qué hicieron ese día? ¿Con quién comieron? ¿Dónde andaban? ¿A quién llamaron por teléfono? ¿Qué dijeron? ¿Cuánto duró la comida del presidente Sánchez en la India? ¿Qué instrucciones dio desde allí? ¿Adelantó el viaje de vuelta ante la gravedad de la situación? ¿Por qué no decretó el estado de emergencia inmediatamente? ¿Qué le parece ahora aquello de «si necesitan más ayuda, que la pidan»? ¿Por qué cree que le abucheó la gente en Paiporta? ¿Por qué tardaron cuatro días en llegar los militares al lugar del desastre? ¿Dónde estaba y qué hizo aquel día Teresa Ribera, la ministra responsable? ¿Dónde estaban y qué hicieron, qué avisos dieron, a qué hora exactamente, sus subordinados María José Rallo, de la AEMET, y Miguel Polo, de la Confederación Hidrográfica del Júcar? ¿Dónde estaba la delegada del Gobierno? En fin, ¿quién impidió en su día canalizar el barranco que originó la riada devastadora?
No conozco a Carlos Mazón. Desde la distancia parece que le falta habilidad política para controlar la situación, pero siempre me han parecido sospechosos y despreciables los gritos de la turba, excitada por los jefes del Sanedrín, exigiendo la crucifixión del Nazareno. ¡Crucifícalo!, es el argumento de siempre, el mismo que llevó a Zapatero a La Moncloa después de los atentados del 11M, el mismo de ahora: «Necesitamos conocer la verdad». Y ¿qué es la verdad?, se preguntó Pilato, encogiéndose de hombros. Puede que Pedro Sánchez tenga la respuesta. En «Una hora de España» escribe Azorín: «Este logra poseer un pedacito de verdad; aquel se ufana de poseerla toda y sólo tiene entre las manos jirones de la leyenda».