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El débil frente sanchista de la defensa y la antipolítica
Pedro Sánchez, que quizá entienda lo del gasto en defensa, pero que sus socios de Sumar, Podemos y algunos «indepes» no toleran, ve cómo ese frente abierto se ensancha
Flavio Vegecio Renato (siglo IV; no hay más fechas sobre él), escritor del bajo imperio romano, es el autor de «Epitome rei militaris», la obra en la que aparece la famosa expresión «Si vis pacem, para bellum», es decir, «Si quieres la paz, prepara la guerra». A veces se le ha atribuido a Julio César (100-44 AC), pero no existe constancia de que la escribiera, ni de que la llegara a decir. Vegecio, por otra parte, del que apenas se sabe nada, está considerado el Clausewitz (1783-1831) –teórico militar– de la Edad Media. Desde entonces ha tenido muchos seguidores. Friedrich Merz, el nuevo canciller alemán, quizá sea el penúltimo –habrá más y pronto–, porque parece asumir que Alemania debe gastar un 5% en defensa, de lo que un 3,5% correspondería a gasto «duro» –armamento, tropas, etc.– y un 1,5% a infraestructuras. Es también lo que estudia la OTAN en tiempos de Trump, que va a obligar a Europa, guste o no guste, a invertir más en defensa en época de otro personaje tampoco nada fiable como Vladimir Putin. Su actitud, también ahora, con Ucrania no abona el optimismo sobre sus posibles intenciones futuras.
Pedro Sánchez, que quizá entienda lo del gasto en defensa, pero que sus socios de Sumar, Podemos y algunos «indepes» no toleran, ve cómo ese frente abierto se ensancha. Podría arreglarlo con un pacto, posible, con el PP, pero rechaza esa opción, algo que le conduce a lo que muchos llaman la «antipolítica». Consistiría, incluso según gentes de izquierdas no sanchistas, en la búsqueda de enemigos antes que posibles acuerdos, o parapetarse en quienes estén dispuestos a tolerar lo que sea solo para que no gobierne alguien del otro lado. La interpretación del último auto de la Audiencia Provincial de Madrid sobre la causa que instruye el juez Peinado sobre Begoña Gómez, es un ejemplo perfecto. El Gobierno y el sanchismo entienden y pregonan que el Tribunal da un varapalo al juez y tumba parte de la causa. Para críticos gubernamentales –incluso para muchos tibios– es la constatación de «una clara desviación de poder». Sánchez tiene tiempo para encontrar una manera de aumentar la inversión en defensa, porque se verá obligado, y también para hallar una salida a los poco estéticos, cuando menos, asuntos en los que está implicado su entorno, incluida su mujer. De momento, confía en la antipolítica de quienes estarán a su lado para evitar que puedan gobernar otros, pero nada es eterno. Por si acaso y, como siempre, se esmera, también para guerras cercanas y lejanas, en seguir los consejos de Flavio Vegecio.
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