
Y volvieron cantando
Díaz Ayuso, obsesión que ciega
Isabel Díaz Ayuso lleva años convertida en codiciada pieza a batir desde el gobierno central, cuyas terminales políticas y mediáticas siempre están engrasadas para pasar al ataque.
No estaría de más recordar que la tragedia del covid tan groseramente manipulada hace días –inestimable la colaboración de TVE– para desgastar al gobierno madrileño ya fue objeto de debate electoral sometido al veredicto de las urnas en unos comicios celebrados en plena pandemia y con el resultado de todos conocido que fue un aplastante apoyo a la candidata del PP y actual presidenta. Me detendré más adelante en esto porque no es cosa menor, aunque sea sobradamente conocido que Isabel Díaz Ayuso lleva años convertida en codiciada pieza a batir desde el gobierno central, cuyas terminales políticas y mediáticas siempre están engrasadas para pasar al ataque, tal como presenciamos hace unos días a propósito del triste aniversario por la llegada de una pandemia que segó miles de vidas en toda España. Las acusaciones desde el propio PSOE, de todo menos acordes con la buena praxis política han puesto de manifiesto toneladas de impotencia y una supina incapacidad para reparar en algo tan obvio como que Díaz Ayuso –referente en realidad de no pocos traumas de la izquierda– lleva seis años en el poder, pero dentro de un amplísimo período de tres décadas con gobiernos del centro-derecha en las que los socialistas solo han sido carne de oposición incluso perdiendo la condición de segunda fuerza, ergo, tal vez algo debiera hacerse mirar la izquierda madrileña incapaz de ilusionar a los ciudadanos por mucho que ahora trate de convencernos a todos y sobre todo a su feligresía de que fue la presidenta de esta comunidad y no Islero quien mató a Manolete.
Pero volviendo al covid y la reedición desde el PSOE de tragedias en las residencias archivadas judicialmente por decenas insistiré en que la pandemia fue tema más que central en las elecciones autonómicas de 2021, sobre todo porque frente a la disyuntiva «fachas-progres» planteada por la izquierda –Iglesias a la cabeza antes de perderla políticamente en esta contienda– el PP sí supo ver que la opción real era «apertura-cierre» en una comunidad donde setecientas mil familias viven de la hostelería y la restauración, porque la cuestión no era quien disfrutaba de la caña en la terraza sino quien podía servirla para cobrar a fin de mes. Díaz Ayuso arrasó, eso es todo. Lo demás solo revela una muy preocupante aridez de ideas que dura 30 años. Pero ya viene Oscar López para arreglarlo.
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