
El buen salvaje
El discurso equivocado de las feministas del PSOE
El feminismo del PSOE y de la izquierda toda debería reformular el planteamiento. Admitir su fracaso
Hubo un tiempo en el que las ideologías se convirtieron en las nuevas religiones, pero les resulta imposible ocupar el lugar de las tradicionales. Si uno es católico, que es lo que nos toca se pongan como se pongan, ay Macarena, los pecados pueden ser perdonados, pero si se es socialista nos espera el ostracismo y la vergüenza. No se puede decir que un socialista no puede dejar de ser feminista, tratando el hecho de no serlo como un mal que un hombre debe esconder, como en tiempos la lepra. Ni el Papa, ni el anterior ni el recién estrenado, ni siquiera Jude Law, se atreven a tanto. Al cabo, el catolicismo nos deja libres para hacer el mal, por eso, por más que digan, es la religión más liberal del orbe espiritual. Al menos así lo ve este pecador a conciencia que se ve a salvo en el rezo a las Vírgenes que encuentra a su paso.
El socialismo, sin embargo, a sabiendas de que no es así, pregona que hay ciertos dogmas, como el feminismo, tan difíciles de entender como algunas apariciones heterodoxas, que hay que seguir a rajatabla, aunque muchos de sus integrantes no lo sigan. No digo ya la ralea de Ábalos, sino algunos hombres que no tienen nada que esconder, si acaso solo la caspa. Lo que ocurre en un mitin es una cosa y lo que pasa en un entorno privado es otra bien distinta.
Tezanos no ha preguntado a los que gustan de gastarse el dinero en prostitución o a los que se les va la mano, cabrones, a qué partido votan o si los obreros entienden mejor a su hijo homosexual que un medio burgués, si es que aún existen. Pedro Sánchez intenta tapar con la bandera de un supuesto feminismo cosmético el acné; qué digo el acné, los forúnculos de los altos cargos que manoseaban los nombres de las damas en público, como antiguos truhanes ante los que solo cabe batirse en duelo. Oh, Dulcinea. Entiendo que el bellaco lo intente; lo que no es comprensible es que las mujeres le crean si no fuera porque comulgan en la misma iglesia.
El feminismo del PSOE y de la izquierda toda debería reformular el planteamiento. Admitir su fracaso. Sus compañeros las quieren como reclamo electoral, pero en cuanto se quedan solos merodean los mismos chistes, como un reo el lugar de su crimen. Y las feministas, en lugar de mandarlos como Lisístrata, a sus aposentos, les piden que regresen al redil. Hermanas, creedme, Pedro os desea así de serviles, luego no digáis que la culpa es de la ultraderecha.
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