El bisturí

La doble moral se instala en la izquierda española

¿Se ha convertido acaso Yolanda Díaz en una defensora del librecambismo?

La doble moral desplegada con especial hipocresía es posiblemente la principal seña de identidad de la izquierda de hoy en día. En los seis años de Gobierno de Pedro Sánchez, sus huestes se han prodigado en ejemplos de ese fariseísmo consistente en hacer lo contrario de lo que pregonan, en ese «consejos vendo que para mí no tengo». Sucedió con los casos de violencia machista supuestamente protagonizados por Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero, y convenientemente silenciados por los partidos que les cobijaban. Como es natural, las críticas hacia ellos no se oyeron en las manifestaciones teledirigidas y manipuladoras del 8-M.

Ocurrió también con José Luis Ábalos, un adicto, al parecer, a la prostitución que hacía bandera contra ella cuando algún medio adicto al régimen requería su opinión. Naturalmente también, el PSOE ha tratado de correr un tupido velo al respecto. Y ahora, acontece con el rearme defensivo, los aranceles de Trump y la supuesta defensa de la Sanidad pública, que no es más que una manipulación en toda regla para intentar socavar a la derecha, con escaso éxito, por cierto, en lugares como Madrid. Este fin de semana ha sido pródigo en este sentido, permitiendo destapar de nuevo sin rubor a los que predican lo contrario de lo que hicieron o hacen lo contrario de lo que predican, que para el caso es lo mismo.

Hay que tenerlos cuadrados para presentarse, por ejemplo, en una manifestación en defensa del sistema sanitario público como hizo María Jesús Montero el pasado sábado en Sevilla, porque de todos los presentes, posiblemente la vicepresidenta fuera la menos legitimada para protagonizar las protestas contra la Junta de Juanma Moreno, quien, todo sea dicho, no ha estado especialmente fino en este área social durante su mandato. Resulta que Montero fue Consejera de Salud en Andalucía cerca de dos años y es opinión común entre expertos sanitarios de todas las ideologías–incluidos los del PSOE– que su gestión fue nefasta. Su paso por este departamento y por la Consejería de Hacienda dejaron a este modelo sanitario como el más infrafinanciado de todo el país, algo que Andalucía todavía está pagando.

Hay que tener bemoles también para arremeter contra la Sanidad de Isabel Díaz Ayuso, como hace un día sí y otro también Mónica García, cuando a ella los médicos le han montado la mayor protesta que se recuerda a un ministro de Sanidad desde los tiempos de Ángeles Amador, en los estertores del Gobierno de Felipe González. ¿De verdad es alguien la ministra para dar lecciones cuando su departamento patina en todas las áreas en las que tiene competencias, y no son muchas?

Otros casos de doble moral se están reproduciendo al hilo del temor a Rusia y de la ofensiva de Trump. La izquierda del no a la OTAN, del no a las armas y del falso pacifismo, está tragando con el incremento del gasto en Defensa que Sánchez proyecta y ha comenzado a realizar mediante créditos extraordinarios. ¿Qué credibilidad tienen gente como Yolanda Díaz, la propia Mónica García o el resto de ministros de Sumar si ni siquiera son capaces de pegar un puñetazo en la mesa del Gobierno y dimitir? También clama al cielo que una supuesta partidaria de la intervención estatal en la economía despotrique por la implantación de barreras comerciales por parte del presidente de Estados Unidos. ¿Se ha convertido acaso la dirigente de Sumar en una defensora del librecambismo o es la visceralidad la que la lleva a renunciar a sus principios?