Europa

Cataluña

El «punto de no retorno» de Mas

La Razón
La RazónLa Razón

El nacionalismo catalán, con el presidente de la Generalitat a la cabeza, anunció que este año que acaba iba a ser el «punto de no retorno» en el proceso hacia la independencia. Es decir, pasada esa línea en la que se pone en duda la legitimidad democrática del Estado es imposible que todo vuelva a ser igual: o el avión vuela o se cae (o da media vuelta y regresa de donde no tuvo que salir). En 2014 se cumplían trescientos años del hecho fundacional del nacionalismo más excluyente, aquél que cree que la caída de Barcelona en 1714 ante las tropas borbónicas en un conflicto de dimensiones europeas era el principio del expolio de España contra Cataluña. Durante un año se han oído argumentos en esta línea, que sólo han servido para sembrar el desconocimiento, la incomprensión y el desprecio hacia el otro. Si algo ha conseguido la maquinaria separatista es dividir en dos mitades a la sociedad catalana, sin margen para un catalanismo moderado e integrador. Basta oír las palabras de Artur Mas en su discurso de Fin de Año para comprender que ningún proceso democrático puede llegar a buen puerto con argumentos como el de decir que «por primera vez en tres siglos los catalanes que quisieron pudieron votar a favor del futuro político del país, incluso de la libertad política de Cataluña». Se estaba refiriendo al referéndum del pasado 9 de noviembre. «Nunca habíamos llegado tan lejos», añade ufano Mas. De ahí que no deba extrañarse que la Fiscalía haya actuado contra un acto ilegal patrocinado por la primera autoridad de Cataluña. La situación política catalana es compleja y confusa y es necesario ante todo que vuelva a marcarse objetivos realizables. Por un lado, CiU y ERC pugnan por la hegemonía en el nacionalismo y los republicanos confían en desbancar lo antes posible de la Generalitat a los conservadores. Por otro lado, unas elecciones anticipadas no sólo servirían para un cambio en el Gobierno, como es deseable en una sociedad normal, sino como un plebiscito que muestre ante España y Europa que Cataluña quiere la independencia. Mas ha anticipado en su discurso que en las próximas semanas «será necesario tomar nuevas decisiones complicadas y no exentas de riesgo». Ese es el escenario que de nuevo ofrece a la sociedad catalana: unas posibles elecciones anticipadas –y van dos bajo su mandato– para las que ha pedido abiertamente el voto sin ningún complejo, aunque sea con una escenografía navideña. De esta manera reclamó que «nada más serán vuestros votos, cuando llegue el momento, los que configuren los escenarios de futuro...». La Generalitat ha desaprovechado el año que acaba, invirtiendo toda su energía en un plan secesionista de incierto futuro. Las perspectivas que Mas ofrece para 2015 no son mejores: está dispuesto a correr el riesgo de entregar la Generalitat a ERC.