Elecciones generales

España necesita un gobierno estable

La estabilidad política es un factor clave para mantener el crecimiento económico, que es, en una democracia moderna como la española, lo que asegura el bienestar de sus ciudadanos. Sin embargo, desde las elecciones del 20 de diciembre de 2015 se instaló un bloqueo político, precisamente en el momento en el que empezaba a mostrarse signos de recuperación tras la crisis, ciclo de incertidumbre que podría prolongarse tras los comicios del próximo 28 de abril. Ante la posibilidad, confirmada por los sondeos, de que no surja una mayoría clara y sólida, es lógico, por lo tanto, que desde la economía real se llame la atención sobre este hecho y se pida responsabilidad y sentido de Estado a todas las fuerzas políticas. Una voz autorizada como la de la presidenta del Banco Santander, Ana Botín, que aprovechó el arranque de la campaña para pedir a los políticos que «hablen claro» en sus propuestas y que salgan del «cortoplacismo e impulsen una agenda reformista con visión de largo plazo, el crecimiento inclusivo y la cohesión social, que sólo es posible si los empresarios invierten y crean empleo». El mensaje es claro y hace a la vez un diagnóstico de unas carencias, en un momento en que parece que todo se reduce a mensajes superficiales lanzados por las redes sociales. El actual momento político pasa, además, por una situación especialmente crítica motivada por la incapacidad de llegar a acuerdos de interés general, esto sí, situados desde un frentismo estéril y de nulo recorrido. En este sentido, la presidenta del primer banco de la zona euro por valor bursátil pidió responsabilidad y madurez para conseguir un pacto por el «crecimiento inclusivo». Y fue más allá al condicionar el avance social y económico de estos últimos 25 años al hecho de tener una educación de «primer nivel». «Gane quien gane, gobierne quien gobierne, necesitamos un compromiso permanente con la educación», añadió. La sociedad española se encuentra en un momento de su desarrollo y adaptación a la economía que debe dar un salto tecnológico, por lo que la educación es la pieza fundamental, apuntó Ana Botín, y su consecución sólo es posible si hay un crecimiento económico. No hay partido representado en el Parlamento que no abogue por una educación de calidad, incluso por un pacto de Estado, que no defienda la justicia social y la igualdad de oportunidades, pero pocos los que vinculen estos principios democráticos básicos con el crecimiento económico. «El objetivo no es crecer –defendió la presidenta del Santander–, sino que el beneficio del crecimiento económico llegue a todos». De fórmulas ideológicas la política está sobrada, también de recetas magistrales que anuncian el final del sistema económico liberal, pero ahora hacen faltas grandes dosis de realismo y un pragmatismo eficaz para mantener una ecuación en la que existan presupuestos y pensiones sostenibles y, como apuntó ayer Botín, «estabilidad institucional» para atraer inversores. No es una mera coincidencia que el hasta ahora presidente de Endesa, Borja Prado, se despidiese ayer de la dirección de la energética, después de diez años al frente, con otro llamamiento a la clase política, a la que pidió el «esfuerzo necesario» para que cuanto antes haya un Gobierno estable y evitar, así, la recesión. «Estamos a tiempo de superar el bache sin graves consecuencias, pero para ello hay que adelantarse con medidas preventivas y poner en marcha algunas reformas anticíclicas», dijo. El mensaje es claro y los políticos que concurren a las elecciones deberían tenerlo en cuenta: España no puede permitirse repetir el ciclo iniciado en diciembre de 2015 y volver a un bloqueo institucional en un momento en el que, de nuevo, se vislumbran serios problemas en la economía mundial. Quiera o no reconocerse.