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Incertidumbre a la italiana

La Razón
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El resultado de las elecciones legislativas de Italia no es el mejor para fortalecer la confianza en el euro ni para facilitar la recuperación económica del sur de Europa. La fragmentación del voto, que se reparte entre cuatro formaciones poco propicias al pacto, no permite vislumbrar la formación de una mayoría estable de gobierno. Más aún, el ascenso de los desencantados con el proceso europeo abre grietas de incertidumbre en un país sin el cual no es posible avanzar en la construcción política y económica de la UE. De entrada, no es buena noticia que la participación haya caído seis puntos, lo que revela una notable desafección. A la espera de conocerse con exactitud el recuento final, la victoria del centro izquierda dirigido Pier Luigi Bersani, que le otorga el control del Congreso, choca con el resultado cosechado por el incombustible Silvio Berlusconi, la «bestia negra» de las cancillerías europeas, que gracias a los votos de las regiones controlaría la mayoría del Senado. Como no es probable un acuerdo entre ambos líderes, lo predecible sería un enfrentamiento paralizante entre ambas cámaras. Por otro lado, la entrada en escena como tercera fuerza política del pintoresco Beppe Grillo, un populista que ha hecho fortuna entre los frustrados del europeísmo y los «indignados» de la izquierda, viene a complicar la viabilidad de un Gobierno solvente y capaz de infundir confianza en los mercados financieros. En el lado opuesto, el estrepitoso fracaso de la formación que impulsaba Mario Monti es todo un revés para Bruselas y, en especial, para Angela Merkel. La réplica de los italianos a las maniobras que culminaron con el relevo de Berlusconi por Monti no ha podido ser más elocuente. En este sentido, cabe interpretar los resultados electorales de ayer como una moción de censura al liderazgo de Merkel y a su apuesta por el tecnócrata Monti. Además, no es un cambio baladí en la actual correlación de fuerzas en el seno de la UE. Si Bersani logra encaramarse con cierta firmeza en el Gobierno, el presidente socialista francés ganaría un valioso aliado a la hora de contrapesar el omnímodo poder de la canciller alemana y sus satélites. No obstante, todo queda en suspenso en tanto no se despeje el confuso panorama político que salió ayer de las urnas. Es verdad que la clase política italiana está muy avezada a navegar en medio de tempestades, pero la diferencia ahora es que sus vaivenes no afectan solamente a los italianos, sino también al conjunto de los europeos. Para España, lo que suceda con la gobernabilidad de Italia es de suma importancia, pues nada sería tan dañino para la financiación de su deuda como la inestabilidad política en el tercer país de la UE. Habrá que estar atentos a la evolución de los mercados y a la legendaria capacidad italiana para improvisar una buena solución.