Elecciones autonómicas

Un voto para desbloquear España

La Razón
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Si bien todas las elecciones autonómicas hacen sentir sus efectos, en mayor o menor medida, fuera del propio ámbito territorial donde se celebran, las que se van a disputar mañana en el País Vasco y Galicia han adquirido una trascendencia política a escala nacional que los electores concernidos no deberían pasar por alto. No se trata, por supuesto, de minusvalorar la relevancia que tienen las administraciones autonómicas en la gestión de los asuntos públicos, pero sí de señalar que a iguales problemas conviene aplicar iguales remedios. Es decir, que la manera en que se deberían afrontar los retos económicos y sociales de los ciudadanos de Galicia y el País Vasco es mediante el impulso de las medidas que han dado buen resultado en el conjunto de España, permitiendo la recuperación económica y la vuelta a la creación de empleo, y no las que propone la izquierda radical, que no sólo se han demostrado ineficaces en la creación de riqueza –pieza básica de las posteriores políticas sociales y de igualdad–, sino que tienden a tensionar inútilmente la convivencia ciudadana, incluso en lo que se refiere a la propia identidad. Si sólo por estas razones nos sentiríamos autorizados a pedir el voto de gallegos y vascos para los candidatos del Partido Popular, la situación de inestabilidad política que vive España desde hace ya casi un año –y que comienza a generar efectos negativos para el crecimiento de la economía y del mercado laboral– nos obligaría a apelar a una reflexión en clave nacional a la hora de depositar el voto, ya que unos buenos resultados de los populares tendrían una traducción inmediata, creemos nosotros, en el desbloqueo institucional y en la formación de Gobierno, evitando una tercera convocatoria electoral que casi nadie desea. En Galicia, además, una victoria amplia del actual presidente de la Xunta y candidato popular Alberto Núñez Feijóo, cuyo balance de gestión en unos años muy difíciles merece sinceros elogios, se hace más necesaria ante la amenaza que suponen unos movimientos populistas y nacionalistas que no ocultan sus inclinaciones rupturistas y que cuestionan el modelo territorial del Estado. Tal y como está actuando la actual dirección del Partido Socialista, lo peor que le podría suceder a Galicia y al conjunto de España es que una victoria insuficiente del PP permitiera que se replicase un Gobierno tripartito frentista, como los que ya gobiernan algunos ayuntamientos de la región, en los que no se ha dejado de perder calidad de vida. Lo mismo reza para el País Vasco, donde parece conveniente una mayor presencia política claramente constitucionalista, que sirva de contrapeso al nacionalismo radical y que pueda trasladar su influencia a la política nacional. El PP vasco es un partido que siempre ha dado la cara por la libertad y la democracia, comprometido con el vigente modelo del Estado de las Autonomías y que defiende sin ambages el Estatuto vasco. Quienes en Euskadi se consideran próximos a la ideología que representa un centroderecha moderno, defensor de las libertades individuales, de la libre economía de mercado y del gran proyecto europeo y, además, no ven incompatibilidad en su doble condición de vasco y español deberían apoyar la candidatura de Alfonso Alonso en lugar de dispersar el voto en otras formaciones con menores perspectivas. En este caso, como en Galicia, la apelación al voto útil para España nunca estuvo más justificada. Un voto que sirva para desbloquear una situación de interinidad indeseable.