Y volvieron cantando
Esquerra y la calle
La secesión necesita una clara mayoría en el Parlament y eso solo pasa por la repetición electoral
Apoyar la investidura del socialista Salvador Illa o directamente ir a elecciones. No hay otra salida para el «truco o trato» del callejón en el que se encuentra Esquerra Republicana de Cataluña, partido clave en la estabilidad de los gobiernos de Sánchez desde hace seis años, pero ahora sumido en una guerra interna por el liderazgo y recogiendo los cristales rotos de una estrategia en Madrid que ha sido buena para Cataluña por lo mucho conseguido y que sin embargo no ha tenido reflejo en clave de rédito electoral. «Un disparate, una traición a Cataluña y sobre todo un suicidio político» es el enunciado que no paran de repetir allá donde quieran oírles todos los portavoces del independentismo más intransigente pero aún muy presente en la calle, con la ANC como primer referente, cuando se plantea la negociación entre Esquerra y PSC -con el gobierno central siendo más exactos- para cuajar un nuevo modelo de financiación autonómica que brinde el estatus de «singularidad» a Cataluña o lo que es igual, que saque a esta comunidad de la caja común a cambio del apoyo a Illa para situarle al frente de la Generalitat.
La presión sobre ERC no está siendo nada menor desde estos sectores, convencidos de que, por encima de negociar financiaciones, prevalece la hoja de ruta separatista ergo, o se opta por un gobierno independentista al que, se pongan como se pongan no le salen los números, o se va a nuevas elecciones. Todo lo demás -y la presión ahora se ejerce de manera especial con la regresada Marta Rovira- son estrategias que según la «calle» llevarán a esta formación a la irrelevancia y las catacumbas de la política catalana y nacional.
La ANC siempre ha tenido una clara identificación ideológica con ERC y de ahí que sus presiones supongan en este momento el mayor de los escollos para que Illa recale en el palacio de San Jaume. Tampoco es menor el apartado relativo al perfil del candidato socialista, al que se sigue señalando como defensor en su momento del artículo 155 que suspendió temporalmente la autonomía catalana. La secesión necesita una clara mayoría en el Parlament y eso solo pasa por la repetición electoral. La presión sobre el partido aún gobernante en la Generalitat no va a cesar y su renqueante dirección tendrá que optar o por «trato» o por «truco».
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