El trípode

Eurovisión satánico: ¿Quo vadis, Europa?

Un festival reflejo de la Europa actual, que ha marginado los principios, valores y culturas que sus raíces cristianas

Indignación y preocupación, provoca comprobar a qué nivel ha llegado el –en otro tiempo– admirado y prestigioso festival de la canción de Eurovisión. Un festival que era esperado años atrás con ilusión, evocando el triunfo de Massiel con el «¡ La, la, la...!» de Serrat, en 1968, (viéndolo con «toda» España en el Colegio Mayor de Santander junto a los demás amigos colegiales); triunfo renovado el año siguiente con Salomé y su «Vivo cantando», y otras ediciones ya no como ganadores, pero siempre con magníficos representantes como Julio Iglesias y su inolvidable «Gwendolyne»; Karina, 2ª con «Vivo cantando», o Mocedades con su espléndido «Eres tú»; Raphael con «Yo soy aquel», etc.. etc..

No se trata obviamente de vivir instalados en la nostalgia que es un grave error, sino de recordar situaciones pasadas, vividas con particular ilusión como, por ejemplo, estas citadas. El contraste con la actual edición celebrada este sábado no hay palabras para definirlo. Más que nunca, es de aplicación el aforismo de que «una imagen vale más que mil palabras», al contemplar la puesta en escena de los diferentes intérpretes a los que casi sobraba escuchar cantar las letras de sus canciones, en clara sintonía con esa imagen.

Nuestra representante cantando «Zorra», acompañada de dos bailarines con bragueros de cuero, era una simple ofensa al buen gusto por decir poco. Todo el festival fue un canto satánico, absolutamente diabólico, no en sentido figurado, retórico o literario, sino literal. Eso, haciendo abstracción de la extrema politización del festival con manifestaciones contra Israel, incluso motivando que «nuestra» Yolanda expresara su indignación por permitírsele intervenir con su «genocidio» provocado en Gaza. Antaño, los «negacionistas» eran los que negaban el genocidio judío por los nazis, y ahora son los «progresistas» comunistas socios de Sánchez los que les acusan a ellos de genocidas, lo que les hace merecer, junto a Sánchez, ser alabados por Hamás. Un festival reflejo de la Europa actual, que ha marginado los principios, valores y culturas que sus raíces cristianas habían alumbrado durante siglos y que la hicieron «grande y benéfica entre las naciones», como proclamó San Juan Pablo II. Lo hizo al despedirse de su primera visita a España, desde Santiago de Compostela el 9 de noviembre de 1982: «Europa sé tú misma» afirmó, y por contra se ha descristianizado, cuando era la Cristiandad histórica. Hoy, parece ir camino de una islamización pacífica, tras rechazar la violenta en ocasiones singulares como en la batalla de Lepanto. Por cierto, en un 7 de octubre, la misma fecha en que Hamás provocó la masacre que inició la actual guerra contra Israel. ¿Quo vadis?, ¿a dónde vas, Europa?