Canela fina

Federico X, Rey de una nación en la vanguardia del mundo

«Una nación, en la vanguardia del mundo, ha apoyado entre un clamor popular abrumador a su nuevo Rey»

Nadie que quiera mantener el sentido de la objetividad puede negar que Dinamarca es una de las naciones en la vanguardia del mundo. Hablar de la Monarquía anacrónica y anticuada significa instalarse en el sectarismo. La Monarquía danesa se encuentra entre los países políticamente más libres del mundo, socialmente más justos, económicamente más desarrollados, culturalmente más progresistas. Los que a sí mismos se llaman «progres» defienden, por ejemplo, en materia sexual y social una serie de «reivindicaciones» que Dinamarca asumió en cabeza, desde la eutanasia hasta el «matrimonio» entre personas del mismo sexo. A lo largo de mi dilatada vida profesional no he conocido naciones más de vanguardia que Dinamarca.

La Reina de aquel país, medio siglo largo en el trono, con 83 años ya y aquejada de una enfermedad grave, ha decidido abdicar para mantener la tranquilidad y la estabilidad del reino. Se trata de una decisión al servicio del pueblo danés y del bien común de la ciudadanía. Salvo un sector de la prensa y la TV españolas, que se han empleado en subrayar los graves problemas que sacudirán a la Corona danesa, la proclamación de Federico X como Rey de la nación ha sido acogida con general complacencia en toda Europa. El nuevo monarca ha jurado, además, sus obligaciones constitucionales en medio del cariño popular, evidenciado en manifestaciones abrumadoras. A pesar del frío, los daneses se han lanzado a la calle para testimoniar su apoyo a la Corona.

Comprendo la irritación de ciertos columnistas y tertulianos españoles que hacen el ridículo al presentar a la Monarquía como una abominación anticuada impropia de países civilizados. Hablan, además, de un referéndum Monarquía o República, lo que es una aberración intelectual. Depende de qué Monarquía y de qué República. Si a mí me preguntan qué prefiero la República de Finlandia o la Monarquía de Arabia Saudí, contestaré que la República finlandesa. Pero qué responderán ciertos «progres» si se les pregunta qué prefieren, la Monarquía danesa o la República de Pinochet, la Monarquía noruega o la República de la Cuba castrista. El pueblo español, a través de la voluntad general libremente expresada, aprobó en 1978 una Constitución monárquica, en la que la Corona garantiza los derechos y libertades de la ciudadanía.