Opinión

La fuerza del ayusismo

«Ayuso es la demostración de que todavía hay esperanza para la política y la recuperación de la credibilidad»

En muy poco tiempo y contra cualquier pronóstico, Ayuso se ha convertido en el fenómeno político más importante de las últimas décadas. Alcanzó por primera vez la presidencia gracias a un resultado muy ajustado, pero su coraje en la pandemia, convirtiéndose en la portavoz de lo que querían los madrileños, le otorgó una contundente victoria tras disolver la Asamblea para impedir que la traición de Ciudadanos en Murcia se repitiera en Madrid. Este éxito personal significó la movilización del centro derecha y, también, de los votantes de la izquierda que sintonizaron con un proyecto basado en la naturalidad de una política sin imposturas y con las ideas claras. Fue el triunfo de actuar defendiendo a las personas y los intereses de Madrid. Un aspecto muy interesante de su comportamiento es que no ha cambiado con el cargo. No ha desarrollado ese síndrome tan pernicioso que afecta a muchos altos cargos cuando se suben al coche oficial y creen que es para siempre. Los entornos generan un aislamiento interesado y un culto al líder que conduce a la soberbia y la disociación de la realidad.

Las encuestas muestran que el fenómeno no ha tocado techo y que los votantes podrían recompensar su naturalidad y la firmeza de sus convicciones con una merecida mayoría absoluta. Es la demostración de que todavía hay esperanza para la política y la recuperación de la credibilidad, así como la constatación del fracaso de Unidas Podemos, los independentistas y los filoetarras de Bildu en su estrategia de deslegitimar el sistema político español. Ayuso concentra los ataques de la izquierda política y mediática, porque, como dijo ayer, «lo que pase en Madrid, resonará en toda España».

El gobierno socialista comunista ha sido el triunfo de la antipolítica. Es decir, la ausencia de principios, la colonización de las instituciones y el desprecio de los compromisos electorales adquiridos. El contraste está en Madrid, porque constatamos la fuerza de las ideas frente la versión actualizada del «retrato de Dorian Grey», donde el PSOE ha renunciado a sus principios y valores con tal de mantenerse en el poder. Oscar Wilde nos enseñó qué puede ocurrir si aspiramos a ser Dios.