
El buen salvaje
El guapo
El caso es que se ha ido no solo un actor legendario, sino un canon, que es lo que lo hizo inmortal
Vamos a morir todos. La muerte de los feos está escrita desde antes de nacer, pero es una ordinariez que se mueran los guapos. Ya lo pensé cuando Alain Delon, pero lo de Robert Redford no tiene perdón de Dios. Cuando era un chiquillo, Redford era más que un hombre, era la reencarnación de todos los hombres a los que deseaban las mujeres. Si me permiten la licencia, era como lo que es hoy Brad Pitt: un paradigma. Solo que en aquel tiempo había más feos triunfantes, bueno, había más feos en general porque ahora hay mucho rechazo de los cuerpos normativos, pero el que no marca abdominales no sale en la foto. En los años de gloria de Robert Redford no existía el six-pack y los hombres lucían pelo en el pecho. Todos hemos querido ser en algún momento Robert Redford, Paul Newman o Steve McQueen. Los guapos molones, los de aquel Hollywood. En España no pasamos de Francisco Rabal y Manolo Otero porque aquí el hombre y el oso cuanto más feo, más hermoso.
El caso es que se ha ido no solo un actor legendario, sino un canon, que es lo que lo hizo inmortal, tanto que toda suerte de obituario es una farsa porque, como decía al principio, solo se mueren los feos y para recordar a un feo ha de ser muy feo, como el feo de los Hermanos Calatrava, que hacía guapo por comparación al otro. Cuando sales con un amigo feo te sube la autoestima; algo así le pasará al guapo del dúo cómico.
Robert Redford ya calzaba una masculinidad «avant la lettre», no era Sancho Gracia, para entendernos. Las feministas se sentían cómodas con un chico rubio que no iba marcando paquete y que tenía gestos románticos con Barbra Streisand o con Meryl Streep, aquella escena en la que le lava el pelo en «Memorias de África», un culmen del erotismo sin enseñar una braga. Todos los hombres querían ser Robert Redford y todas las mujeres querían casarse con él o engañar a sus maridos con solo una caída de ojos. Hizo buenas películas, pero en este momento es lo de menos. Para todo el planeta era el hombre ideal. El guapo.
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