Aquí estamos de paso
No hay manera
A éstos no les cansa ni su propio agotamiento. Ni sus fracasos, ni sus contradicciones
Que se cansen ellos, le dice el viejo periodista, con trienios hasta en los pliegues de la chaqueta, al colega que, desazonado y harto, le revela que está ya cansado de bregar con tanta insolvencia. Que se cansen ellos, repite. Pero no se cansan. Como reza la canción, no hay manera. La izquierda más escorada a babor dice que guarda los cuchillos, pero entre los tejidos de las blusas de Armani, se filtra el fulgor de las hojas afiladas, porque en realidad nadie ha guardado sus armas. Tienen suscrito un acuerdo sin acuerdo en virtud del cual en la hora límite para retratarse engañan y se engañan con lo de que van unidos, pero hasta los más hiperventilados de los suyos, los más entregados y acríticos saben que el cierre de la herida es aparente y que el veto a la fogosa Montero por la pragmática Díaz repetirá, de mantenerse, la cruz de navajas que seccione sin anestesia su bloque electoral. En el PSOE, un Sánchez en su salsa de las grandes hazañas bélicas, se mueve en su dirección habitual, o sea, todas las posibles, para ver si da con una estrategia que le permita volver a ser épico como cuando recorrió España hace casi dos lustros con el resultado de todos conocido. Lo malo es que ahora ni él ni sus estrategas parecen dar con la tecla. Al menos de momento. Y le están preparando el camino al PP con eso de meter miedo por la ultraderecha. El último bandazo del Simca 2023 le sitúa en el argumentario de la economía como eje de la campaña y de ahí que haya puesto a Calviño a contar excelencias. Podemos ya es historia, viene a decir la segunda de Sánchez, y nada ha tenido que ver en los buenos datos de la economía. Nada. Lo de los ERTES, los acuerdos salariales, el Salario Mínimo y toda esa morralla, se fraguó sin mérito para la meiga de Sumar, esa que sigue siendo vicepresidenta del mismo gobierno que Calviño, pero en la cosa del trabajo y el empleo que, como todo el mundo sabe, no son materia de gestión económica. Habrá alguien que se lo crea, seguro. De no ser así, no sacarían una bandera que no resiste ni el primer aclarado.
Y luego está el PP con Vox. El papelón de traer al gobierno a la extrema derecha. Que, oye, quizá no sea tan extrema como parece y modere la impertinencia de algunos de sus postulados medievales, pero asusta si uno juzga con seriedad lo que de ellos estamos viendo en Castilla y León. O los avisos, como eso de haber mantenido hasta última hora un candidato negociador en Valencia condenado por violencia machista. ¡Que fue hace 20 años! Claman algunos. Pero es que hay hechos que tienen que ser discapacitantes para un responsable público y además, pregunto, ¿qué no tendría que haber pasado para que se le condenara cuando hace 20 años la conciencia sobre esos comportamientos no era ni de lejos la presente?. Que le han quitado, sí. Pero lo han mantenido hasta el final y ahora lo mandan a Madrid.
No se cansan, ciertamente.
Por mucho que reclame el viejo periodista de los trienios, a éstos no les cansa ni su propio agotamiento. Ni sus fracasos, ni sus contradicciones, ni la evidencia de que los que vinieron a cambiar el mundo no quisieron ni supieron y ahora han muerto o están de camino al camposanto.
No hay manera.
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