El trípode
Hoy, Lourdes: «Yo soy la Inmaculada Concepción»
Causa ahora decepción y profunda tristeza que la actual España haga oídos sordos a su auténtica Historia.
Hoy 11 de febrero, millones de personas en todo el mundo católico conmemoran a la Virgen «de Lourdes», por realizar la primera de sus 18 apariciones, precisamente en esta fecha de 1858, en la Gruta de Massabielle de esa pequeña localidad del sudoeste de Francia. Hacía escasamente cuatro años –8 de diciembre de 1854– que el papa, el hoy beato Pío IX , había definido solemnemente el Dogma de la Inmaculada Concepción y pareciera que el Cielo había querido ratificar y agradecer con Su presencia esa Verdad de la fe católica divinamente revelada. Así se lo confirmó a la vidente Santa Bernadette Soubirous, –que le preguntaba reiteradamente a la blanca Señora por su identidad–, en la aparición coincidente con la fiesta de la Encarnación del día 25 de marzo y en el dialecto «patois» de la zona: «Yo soy la Inmaculada Concepción».
Era el tercer Dogma Mariano definido hasta aquel momento, al que le seguiría el de la Asunción, cuarto y último hasta ahora, que sería proclamado por Pío XII poco menos de un siglo después el 1º de noviembre de 1950. Precisamente fue él mismo quien poco después de proclamar el Dogma, quiso –según escribió con ocasión del acto inaugural– que el primer monumento a la Inmaculada en Roma , capital de los Estados Pontificios de los que era todavía su Titular, –se situara en la Plaza de España precisamente en honor y reconocimiento «a la Nación Inmaculista que más contribuyó a que amaneciera el día en que esa Verdad fuera oficialmente proclamada por la Iglesia». «Era de Justicia, ya que durante los siglos XVI, XVII y XVIII, desde el Milagro de Empel de 8 de diciembre de 1585 en que salvó la vida de los últimos resistentes de los Tercios españoles en Flandes, la Monarquía católica de España tanto de los Austrias como de los Borbones, fue paladín en la defensa de la Causa Inmaculista.
Causa ahora decepción y profunda tristeza que la actual España haga oídos sordos a su auténtica Historia, con sus actuales dirigentes del gobierno y del principal partido de la Oposición defendiendo hasta «con respeto» que exista un presunto derecho para matar «a plazos» en el seno materno a una vida humana en gestación. El Dogma de la Inmaculada es una Verdad que interpela la conciencia rectamente formada y que la propia ciencia reconoce, al existir ya una vida humana en esos «plazos», y que para los creyentes, desde el primer momento de su concepción, goza ya de un alma inmortal.
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