Sin Perdón
La humillante caída de Montero
«La soberbia es una mala consejera, aunque seguro que encontrará acomodo en tertulias de radio y televisión»
Las purgas son algo habitual en los partidos comunistas. Unas veces las desata el líder para acabar con sus rivales, como hacía Pablo Iglesias, y otras cuando desaparece el líder, como ha sucedido ahora. Todo el mundo conoce la famosa «Banda de los Cuatro» que controló China en los últimos años de vida de Mao e impulsó la terrible Revolución Cultura. A Jian Qing, la cuarta esposa de Mao; Zhang Chunqiao, Yan Wenyaun y Wang Hongwen, se les dio esta denominación de la «Banda de los Cuatro», aunque estuvieron acompañados por otros miembros del Politburó, y se dedicaron a perseguir, arrestar y asesinar a los que denominaron «enemigos culturales». Había intelectuales y políticos europeos que se sentían muy orgullosos llamándose maoístas. Lo mismo sucedió cuando defendían a Lenin, Stalin y Trotsky, que eran criminales sangrientos. En la izquierda mediática española todavía sigue sonando muy bien la palabra comunista y es un mérito haberlo sido. La ignorancia no tiene fronteras. Ahora ha caído la banda de Iglesias. Sus acólitas se han rendido ante la comunista Yolanda Díaz.
Todo va de guerras civiles entre comunistas, aunque ahora se denominen Izquierda Unida, Más Madrid, Compromis, En Comu Podem…. No hay ninguna diferencia ideológica, sino que son chiringuitos políticos. Me gusta, porque Yolanda ha sido implacable con sus rivales, aunque con una displicente generosidad para aprovecharse de la absorción de Podemos. Iglesias ha sido humillado e Irene Montero defenestrada, como le sucedió a Jian Qing. La soberbia es una mala consejera, aunque seguro que encontrará acomodo en tertulias de radio y televisión. Ahora tiene que montar una fundación para defender el feminismo del próximo milenio y dar conferencias en la Iberoamérica populista. Iglesias es un experto en manejar fuentes de financiación comunistas. Con su desaparición, sus enemigos le han pasado factura y la «banda» que dejó al frente ha sido laminada por su enemiga Yolanda. A nadie le interesa su legado, salvo sus «derechos» electorales que le resultan útiles a Sumar. Al menos no han sido sometidos a juicio público, como madame Mao y sus colegas, y podrán chapotear en la piscina de Galapagar.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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