
Al portador
Más rumores, con Errejón al fondo y la venganza de Iglesias
El fundador de Podemos ha recuperado el protagonismo de tener la legislatura en sus manos
Shakespeare (1564-1616), que abarcó todo lo humano según Harold Bloom (1930-2019), autor del «Canon Occidental», también se ocupó de los rumores. «El rumor –escribió el creador de Hamlet– es una flauta soplada por conjeturas, celos y suposiciones». El resumen, casi perfecto, de la peripecia patética de Íñigo Errejón, escrito hace medio milenio porque, al final, la condición humana es la que es, más allá de los siglos. Más Madrid, el partido tocado y medio hundido por la conducta de su fundador, intenta hacer autocrítica, pero le resulta difícil huir de las conjeturas, celos y suposiciones. Su hasta ahora aliada, Yolanda Díaz, algo patética, ha mirado hacia otro lado hasta que no ha tenido más remedio que dejar de hacerlo y nada es gratis. Beiras, el histórico del Bloque Nacionalista Galego (BNG), ya advirtió sobre ella y sus traiciones. Sánchez distrae la atención desde la India, pero no tiene más remedio que, hasta cierto, punto apoyarla. La vice está atrapada por el inquilino de la Moncloa al que, sin embargo, se le reaparece, no ya el fantasma, sino el mismísimo Pablo Iglesias, ávido de venganza.
El fundador de Podemos ha recuperado el protagonismo de tener la legislatura en sus manos. Sus diputados, como los de Junts y también otros, son esenciales para aprobar los Presupuestos. Hasta ahora debía guardar las apariencias con Sumar, pero Errejón, su viejo amigo, devenido en rival y enemigo, le ha eximido de ese compromiso. Iglesias, a través de Ione Belarra, navarra de pedernal, puede exigir la luna, consciente de que nadie se la dará, pero sí minutos y minutos de telediario para alimentar su imagen y su ego. Unidas Podemos reclama, para apoyar los Presupuestos, la ruptura diplomática con Israel y una bajada –¿se supone que por decreto?– del 40% del precio de los alquileres. Lo primero es impensable, incluso para ese Pedro Sánchez al que «el inconformismo internacional le da réditos en España», según dice el Financial Times, que también ve su política inconsistente. Lo segundo, solo un dictador absoluto puede hacerlo de un día o de un año para otro. Ni el Constitucional de Conde Pumpido podría avalarlo, por no hablar de que si la inversión extranjera empieza a dudar de España, una medida de esa provocaría toda una estampida. Otro quebradero de cabeza para Sánchez y para ese Gobierno al que Aitor Esteban (PNV) ve –y lo dice en privado– «desorientado». Al fondo, sigue el sonido de la flauta de conjeturas, celos y suposiciones de la que ya escribió Shakespeare.
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