
Al portador
La mezcolanza de los vicios de endeudarse y de mentir
La quita de deuda autonómica es un escándalo y algo injusto, pero solo un ejemplo más –la actualidad está repleta– de la mezcla de deuda y mentiras
François Rabelais (1483-1553), el autor de Gargantúa y Pantagruel, apuntaba que «las deudas y las mentiras generalmente se mezclan». Más de medio milenio después, la afirmación es más actual que nunca, en España, pero también en casi todo el mundo, aupado a una montaña de deuda de la que no se ve la cima, cada día más alta. Benjamin Franklin (1706-1790), el del pararrayos y uno de «los padres fundadores de los Estados Unidos», que hoy estaría espantado con Donald Trump, ya advirtió que «el segundo vicio es mentir; el primero, endeudarse». El plan de condonación –perdón en la práctica– de la deuda autonómica a sus gobernantes, diseñado por María Jesús Montero con trazo más que grueso, grosero, coincide con el anuncio del Instituto Internacional de Finanzas (IIE) de que la deuda mundial –pública y privada– ha alcanzado un nuevo récord, al superar los 318 billones –con «b» de burrada»– de dólares, algo menos en euros. Una burbuja que algún día estallará, pero que de momento crece alimentada por mentiras cada vez mayores, como los empleos de Jessica, los líos de Ábalos o la deuda.
En España, el escándalo –es un escándalo y un timo– de la quita de 83.000 millones de la deuda autonómica enerva el debate político que, ahora sí, llega a los ciudadanos. Es impresentable, pero son los árboles que ocultan el bosque. Las Comunidades Autónomas (CCAA) deben cuatro veces más, un total de 334.890 millones de euros, según los últimos datos del Banco de España. Una cifra enorme, pero muy inferior a los 1,47 billones de deuda de la Administración Central, mientras -¡ojo!- que la Seguridad Social debe 126.177 millones, aunque el Gobierno prepara una chapuza contable para evitar que aumente. En total, la deuda pública española, según los criterios de la Unión Europea, es de 1,62 billones. Si se contabilizan todos los pasivos de las Administraciones, se llegaría a 1,9 billones, pero es otro asunto contable, aunque el dato queda ahí. El Gobierno celebra que la deuda ha bajado hasta el 101,8% del PIB. Es un efecto estadístico, porque el porcentaje cae al aumentar el PIB, no por reducción del importe. Ese es el problema. España y las CCAA –y otros países– practican el diabólico juego de pagar la deuda –intereses y amortizaciones- con peticiones de más préstamos. Es decir, endeudarse para pagar la deuda y así hasta que estalle la burbuja, que estallará. Inevitable. La quita de deuda autonómica es un escándalo y algo injusto, pero solo un ejemplo más –la actualidad está repleta– de la mezcla de deuda y mentiras detectada por Rabelais.
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