Letras líquidas

Mientras la campaña

Doñana y la sequía, la postura española en asuntos internacionales y hasta los insultos en Mestalla han terminado colándose, de un modo u otro, en eslóganes, mítines y debates electorales

Han pasado décadas desde que John Lennon nos aconsejara enfocarnos en el presente. Pero ni el genio de «Imagine» ni su peculiar «mindfulness» ni ningún mantra de autoayuda han sido capaces de que tomemos conciencia de que la vida es eso que nos sucede mientras hacemos otros planes. Tan ocupados estamos siempre en lo inminente. Y en estos días podríamos, perfectamente, versionar la frase, allí donde escribimos planes, pongamos campaña, y nos saldrá una sociedad apresurada y ansiosa, avanzando a golpe de anuncio electoral, como orillando debates fundamentales. Hace poco más de una semana, sin ir más lejos, la ONU nos recordaba a través de un nuevo informe científico los pronósticos sobre el incremento de las temperaturas. Esas que nos convertirán en un lugar distinto al que somos, las mismas que nos transformarán más de lo que podemos imaginar. También en estos días, quince meses después, cuando continúan los combates en Ucrania, Zelenski redobla su periplo internacional, China y la conversación con Xi Jinping, la gira europea y la intervención en el G-7, en legítima defensa de su país e intentando ahuyentar el temor de que, al modo de otros conflictos modernos también con múltiples actores, el horror se prolongue por años. Y, ahora, el asunto Vinicius que nos sacude y destapa lo que algunos se empeñan en normalizar. Violencia y agresiones verbales en el fútbol, intolerables fuera de los estadios (que deberían serlo también dentro, claro), y que nos enfrentan a esas adversativas diabólicas de «en España no somos racistas, pero...»

Y todo esto ocurre, nos ocurre, mientras esperamos el veredicto de las urnas. Aunque, en realidad, Doñana y la sequía, la postura española en asuntos internacionales y hasta los insultos en Mestalla han terminado colándose, de un modo u otro, en eslóganes, mítines y debates electorales. A ver si la famosa frase no va a resultar tan cierta y, aunque estemos en campaña, continuamos mirando a la vida. Pues menos mal.