«De Bellum luce»

La milonga de los «duros» y los «blandos»

Al PP no le queda otra que ir a morder al Gobierno, y con más razón todavía, si cabe, con lo que hay en Moncloa

El PP sale de su Congreso Nacional listo para enfilar lo que entienden que es la recta final hacia La Moncloa. El debate sobre los duros y los blandos, los halcones y las palomas, es tan cansino como tantos otros argumentos que han sido fabricados por la izquierda, y que ahí siguen, sometiendo incluso todavía a algunos dirigentes del partido que los abonan utilizando el apellido de “fuentes del PP”. En realidad, el problema no es lo que haga o no haga el PP, sino la asfixiante red de relatos falsos que ha tejido a su alrededor el entorno mediático progresista.

La izquierda ha sido capaz de concretar algo que la derecha todavía no, blindar su narrativa: entre los suyos propios, sin duda, pero también en bastantes ocasiones dentro del relato de la derecha. La izquierda tiene halcones que pueden insultar, atacar a jueces, cuestionar al Rey, romper consensos constitucionales, y esto les sale gratis. Pero cuando el PP sale a jugar el balón, a hacer oposición, que es lo que ahora le toca, el relato dominante ya está escrito, “el PP se derechiza”.

Ni duros ni blandos. Ni radicales ni sumisos. Al PP no le queda otra que ir a morder al Gobierno, y con más razón todavía, si cabe, con lo que hay en Moncloa. El objetivo principal, del que no debería separarse Feijóo, es conseguir que a nivel nacional se repita la misma inercia que llevó a Juan Manuel Moreno a la Presidencia de la Junta de Andalucía con una mayoría absoluta.

Entre los que construyen las teorías demoscópicas empieza a consolidarse la hipótesis de que se están configurando las condiciones para que, ante un contexto electoral real, no hipotético, pueda haber un vuelco con efecto arrastre que eleve al PP por encima de los 160 escaños y esto convierta en casi anecdótico el papel de Abascal. Feijóo se toma con mucha prudencia estos cánticos que le anuncian el paraíso y hace bien porque el PP ya ha demostrado que no le cuesta tropezar en la misma piedra (Vox).

De momento, el Congreso del PP ha sido una demostración de fuerza. Con un liderazgo reafirmado, un partido cohesionado y un mensaje electoral pulido. El PP sale de su cónclave convertido en lo que buscaba: una potente máquina electoral que tiene por delante dos retos igual de importantes: contener a Vox y capitalizar el desgaste del Gobierno. En el lado socialista, la crisis sigue abierta. Pedro Sánchez resiste, pero con un partido que asume que habrá nuevas informaciones comprometedoras, que la Guardia Civil acabará registrando la sede de Ferraz y que el miedo a entrar en la cárcel puede llevar a Ábalos a tirar de la manta.