Editorial

Nada legitima una amnistía ilegal y artera

Nada puede habilitar el fraude democrático que supone una amnistía inmoral contra la voluntad del pueblo que rechazó mayoritariamente ese trato de favor

Pedro Sánchez ha citado hoy al Comité Federal del PSOE, un órgano inane desde que el presidente en funciones desactivó los contrapesos orgánicos con su llegada al liderazgo y cegó el debate y, por supuesto, los espacios para que algún verso libre pudiera disentir del discurso oficial. El cónclave actúa como una mera caja de resonancia del pensamiento sanchista. En esta ocasión ha sido convocado para evaluar el acuerdo de investidura con Sumar y convocar una consulta a la militancia sobre el particular. No se esperaba, de hecho había sido descartado por la portavoz del partido esta semana, que se sometiera también al escrutinio de los afiliados los pactos con Bildu, Junts y ERC, que incluyen la amnistía y todo el resto de cesiones al separatismo y a los proetarras, pero Sánchez, en otro de sus golpes de efecto calculados y controlados, ha anunciado que preguntará a las bases por todo el paquete, aunque sin referencias concretas a los aspectos más polémicos. Obviamente, como desde el primer día que el secretario general tomó las riendas, no habrá lugar para las sorpresas en una organización en la que casi nadie se mueve de facto porque todos quieres seguir saliendo en la foto. Emiliano García-Page, siempre atento a las especiales peculiaridades del electorado castellanomanchego, ha anunciado que hará oír su voz crítica con la negociación con el prófugo de Waterloo y con los contubernios con los separatistas sobre amnistía, autodeterminación, nación y privilegio. Conforme a la maltrecha salud de la democracia interna en el PSOE, no sorprenderá que el único barón socialista con mayoría absoluta sea conminado desde la dirección a guardar silencio sobre un asunto que Ferraz ha cancelado de la discusión pública por tacticismo y autoprotección. A estas alturas del sanchismo se pecaría de una ingenuidad sideral si se contemplara otro escenario que no sea la aclamación de Sánchez y sus planes por parte de los notables y la militancia, conscientes todos de que han unido su suerte y su destino desde hace tiempo, y que, en realidad, el PSOE es Sánchez y nada más que Sánchez. Entre las brumas de la desinformación, la suspensión del parlamentarismo y el control de la vida pública, el presidente en funciones está maniobrando para armar el relato de la legitimidad con que blanquear sus pactos de la vergüenza con los enemigos de la Constitución. Pero no la hallará con el sí de sus bases ni, por supuesto, con la interpretación espuria de los resultados electorales como el mandato de los españoles para que Puigdemont sea un político sin pasado penal. Nada puede habilitar el fraude democrático que supone una amnistía inmoral contra la voluntad del pueblo que rechazó mayoritariamente ese trato de favor a los culpables del mayor ataque que puede haber a las libertades y a la convivencia de todos. Lo ha preguntado con tino Felipe González: «¿Hablaríamos de amnistía si no fueran necesarios los votos de Puigdemont? ¡No!»