«De Bellum luce»

Olona y Tamames, últimas coca colas del desierto

Olona es un problema para Vox porque tiene credibilidad suficiente como para dañar su reputación

Macarena Olona parecía llamada a ser la Madonna de Vox cuando con su discurso, y sus maneras desinhibidas de complejos ideológicos, además de su potente dialéctica, se convirtió en uno de los principales ganchos, si no en el más importante, del equipo que preside Santiago Abascal. Ahora está agazapada, pero no callada, esperando a ver si llega su oportunidad para dar de nuevo el salto a la política nacional, esta vez sin las tutelas que tenía dentro de un partido en el que, según cuenta ahora, hay nazis y homófobos. No son las únicas miserias de Vox que ahora ve y antes, sin embargo, cuando todavía soñaba con seguir subiendo dentro de su organización política, o no veía o no le importaban. Decía Saramago que «Dios no es alguien de fiar», pero a mí me parece menos de fiar aquel que en cuanto se baja de un barco, empieza a hablar mal de quienes hasta ayer eran sus compañeros de tripulación.

En cualquier caso, el domingo que viene me sentaré frente a la tele a ver qué le ha contado a Jordi Évole en su nueva temporada en La Sexta. «Sus votantes van a flipar. Ella tenía ganas de hablar. Está muy dolida», ha explicado ya Évole. Cuando uno tiene ganas de venganza es difícil no perder el sentido de la proporción, pero tampoco dice mucho a su favor si lo que critica es aquello con lo que convivió sin decir ni «mu» mientras entraba en el reparto del dinero y del poder. Olona es un problema para Vox porque tiene credibilidad suficiente como para dañar su reputación, ahora, que no se engañen, porque el destrozo se lo están haciendo ya los «jefes» de Vox a sí mismos con el enredo de Tamames.

Olona no puede presentarse a las elecciones de mayo porque no tiene nadie detrás. Sólo está ella, Macarena, y dentro de Vox ya ha tenido oportunidad de comprobar lo difícil que es formar un partido de la nada. Tan imposible como que sin padrino, con dinero, no hay salida adelante. A ella parece que no le falta el dinero, que tiene padrino, lo que no tiene es equipo ni estructura, y en lo que anda es en ir hollando el camino para ver si la cosecha de mayo sale rancia a sus ex compañeros y ella tiene espacio para presentarse como una alternativa de lo que sea. Sabe que lo tiene muy difícil, pero si no llega el momento en mayo siempre le quedará el consuelo de su ego. La gente que se estima en demasía se cae y no lo ve. Los que siempre dudamos, nos vemos siempre cayendo. Olona, en eso, se parece a Tamames, que también se ha creído siempre la última coca cola del desierto.