El trípode
Papelón y descrédito internacional
Su papelón en La Haya es la consecuencia directa de su insostenible situación en España, con una macedonia de siglas políticas unidas en torno a él con el único objetivo de mantenerle en el Gobierno para obtener beneficios políticos y económicos
Pedro Sánchez firma con la OTAN el compromiso del gasto en defensa del 5% del PIB que el domingo negaba, y atribuye ahora a las Fuerzas Armadas el ser las responsables de no querer invertir tanto: «el 2,1% no lo digo yo». Es evidente que los países bálticos, Finlandia y los que pertenecían al Pacto de Varsovia (la versión comunista de la OTAN) y, en general, todos los que pertenecieron a la «zona de influencia» soviética en la Europa central y oriental, tienen más riesgo de una «eventual» invasión de Rusia que España, situada en el extremo occidental de Europa. Y desde ese exclusivo punto de vista se podría argumentar en contra de que los 32 Estados de la OTAN contribuyeran con igual proporción al gasto en Defensa. Pero ese sería un argumento carente no solo de una adecuada solidaridad, sino también del más mínimo conocimiento de las exigencias de la defensa actual frente a una eventual guerra, además de las derivadas de la geopolítica internacional. Como decimos, serían argumentos frente a la exigencia de contribuir con la misma proporción de gasto por parte de todos, que es lo firmado anteayer por los jefes de Estado y de gobierno asistentes a la cumbre de La Haya. Por supuesto, entre ellos incluido también Pedro Sánchez en representación de España. Resulta inaceptable que, sin tener Presupuestos aprobados desde 2023 y sin someter al Congreso una decisión de esas características que afecta a la esencia del Estado, la soberanía nacional, y que se extiende hasta 2035, se haya atrevido a firmarlo. Eso sí, para a continuación decir que no lo va a cumplir. Su papelón en La Haya es la consecuencia directa de su insostenible situación en España, con una macedonia de siglas políticas unidas en torno a él con el único objetivo de mantenerle en el Gobierno para obtener beneficios políticos y económicos que, dada su ideología política, no van precisamente en la línea de promover y salvaguardar el interés general de España. Sánchez ha atravesado una auténtica línea roja con su vergonzosa actuación, firmando una cosa para a continuación decir otra diferente; ha mentido, mostrando su auténtico rostro ante una gran parte de la comunidad política occidental encabezada por Trump como presidente de EEUU. Su papelón coloca a España en una marginalidad similar a la suya personal en la foto oficial. Vamos a ver pronto las consecuencias económicas y políticas derivadas de todo ello, y que las van a pagar todos los españoles. Desde ya, es un cadáver político al que solo falta expedirle con urgencia el certificado oficial de defunción. Cuatro diputados bastan para acabar con este descrédito.