Parresia

Populismo made in Spain

¿Es populista insinuar la posibilidad de un «pucherazo» en España? Definitivamente, sí.

Esta semana será recordada por la muerte de Silvio Berlusconi, el caballero milanés más odiado y amado, el hombre al que unos y otros han definido como el hombre que encarnó en su máxima expresión las políticas populistas en Europa, ahora tan tristemente asentadas. No voy a retrotraerme al origen del fenómeno populista, me remito simplemente a la RAE y a su definición, peyorativa: «tendencia política que pretende atraerse a las clases populares». ¿Cómo? En un contexto de crisis económica y social, el populista presenta a su pueblo como la víctima de una fuente del mal, de la que solo es posible liberarse por la intercesión de un líder carismático. En España, hemos visto surgir, a izquierda y derecha, formaciones políticas populistas que han logrado escaños en el arco parlamentario, que han restado votos y capacidad de maniobra a PSOE y PP y que, a pesar de estar perdiendo fuelle, siguen siendo fundamentales para la formación de los gobiernos. Lo estamos comprobando estos días, con la constitución de pactos regionales y locales. El PP debe pactar y convivir con VOX tras el 28M –véase la Comunidad Valenciana–, aunque Núñez Feijóo insista en la moderación ideológica. Y el PSOE de Pedro Sánchez, tres cuartos de lo mismo con las formaciones a su izquierda, allá donde tenga mando.

De todos modos, hay un problema relevante con el sanchismo: se ha contagiado de las maneras populistas de su socio de Gobierno, ha errado al señalar cuáles son las causas de los males de los españoles. ¿Es populista hacer propaganda electoral desde La Moncloa, señalar como enemigos al poder judicial, a los empresarios, a los medios de comunicación? ¿Es populista asustar a los españoles con la amenaza que suponen la derecha extrema y la extrema derecha frente a su gestión progresista y salvadora? ¿Es populista insinuar la posibilidad de un «pucherazo» en España? Definitivamente, sí.

¿Le ayuda a este PSOE contar con altos cargos como el delegado del Gobierno en Madrid que, en un ataque de populismo, se permita ensalzar la aportación de Bildu a nuestra sociedad y subrayar las miles de vidas que han salvado los de Otegi, en comparación con los «patrioteros de las pulseras»? Definitivamente, no. Es una provocación absurda, dañina y muy poco inteligente, a escasos 40 días de unas elecciones generales que condicionarán el rumbo de España. Excepto el CIS, las encuestas auguran la victoria del PP el 23 de julio, y en Ferraz están demasiado nerviosos. Si no, resulta inexplicable la denuncia interpuesta por el PSOE ante la JEC contra varios medios y encuestadoras, por omitir datos técnicos menores, irrelevantes, en sus respectivos sondeos electorales. ¡Lo que nos queda por ver!