Insensateces

Al revés

Ahora imaginemos a todas esas mujeres que no han salido en la tele y cuyos nombres ignoramos. Todas esas que también se esconden, como el hijo de puta del Yoyas, pero más intranquilas que este delincuente

A esta hora en la que escribo este artículo, Carlos Navarro «El Yoyas», sigue fugado. El que fuera concursante de «Gran Hermano 2» y colaborador de «Crónicas Marcianas» está condenado a cinco años y ocho meses por maltrato habitual y lesiones a su ex pareja y madre de sus hijos, Fayna Bethencourt, a la que conoció en el reality. Pero sigue fugado. E insisto, a pesar de algunas informaciones que aseguran que desde hace días está cercado y que se aproxima su detención, aún no ha sucedido. Aunque ocurriera en este mismo instante, ya se llegaba tarde. Se estaría llegando tarde para una mujer que sufre un calvario inaceptable por culpa de un sistema excelentemente garantista y que se ajusta como un guante a todas las convenciones internacionales de derechos humanos que en el mundo hay, pero que contempla con el pulso de Miguel Induráin el miedo de una víctima. El Yoyas sigue fugado y sólo podrá ser interceptado en la calle, porque los cuerpos policiales no pueden entrar en una propiedad privada sin una orden judicial del Juzgado de lo Penal número 5 de Las Palmas de Gran Canaria. Este personaje desatendió el requerimiento de un juzgado de paz de Barcelona para presentarse voluntariamente a mediados de noviembre, así como si un tipo violento, experto en vejaciones y lesiones estuviera como loco por acudir como un gatito a cumplir su condena. Sorpresa: no fue, no se tuvo noticia de él. Esta escoria humana vive refugiado gracias a la ayuda y la connivencia de su familia, a la que no se le puede tocar un pelo precisamente por ser sus relaciones de consanguinidad las que les blindan al ser un delito tan grave y a gente conocida suya que le hace la cobertura, que le permite seguir escondido, que permite seguir escondido a un pedazo de mierda condenado por un delito violento contra su ex mujer y sus hijos. Este es un caso mediático, afortunadamente. La opinión pública reconoce sus rostros; ha podido leer hasta una entrevista con este pavo en un bosque; ha podido ver a Fayna romperse. Ahora imaginemos a todas esas mujeres que no han salido en la tele y cuyos nombres ignoramos. Todas esas que también se esconden, como el hijo de puta del Yoyas, pero más intranquilas que este delincuente.