Editorial

Robustecer la oposición en un fin de ciclo crítico

Los populares no pueden ignorar que no hay otra acción posible que la más férrea e implacable política contra un movimiento carente de legitimidad e integridad

Publicamos en LA RAZÓN que la sensación de fin de ciclo se ha generalizado en los círculos de poder del PSOE. El hermetismo y la incomunicación del presidente del Gobierno en estas jornadas realmente aciagas para los socialistas han elevado la convicción de que el proceso de descomposición que sufre el liderazgo, la gobernabilidad y la organización resulta imparable. Ni los más cercanos conocen los planes, si es que existen, de la supuesta revolución que se alumbrará en el inminente y clave Comité Federal del partido y con la que se pretende tomar oxígeno político para lo que resta de la legislatura. Y, sin embargo, a estas alturas nos parece incuestionable que ese hombre, que sus más estrechos colaboradores ven sobrepasado y hasta resignado, no piensa arrojar la toalla. Si se dejara llevar por la lógica institucional, la coherencia política, la ética pública, la responsabilidad histórica y, por supuesto, el sentido de estado, Pedro Sánchez debería haber renunciado hace demasiado tiempo. Sabemos desde hace años que no nos encontramos ante un dirigente al uso de cualquier democracia occidental. Que sus convenciones y sus códigos de conducta no se rigen por los patrones que conocemos, sino de manera exclusiva por un ansia inabarcable de poder. Y es el miedo a perderlo, el pavor a lo que habrá más allá de ese instante, en la hora de rendir cuentas por la más nefasta y desleal Presidencia que recordamos, lo que le convierte en extremadamente peligroso en este tiempo. Precisamente esa condición anómala y acerba ha convertido el papel de la oposición en extremadamente relevante a la par que de una dificultad inusitada. Alberto Núñez Feijóo no ha tenido enfrente a un oponente común, sino a alguien capaz de todo, sin freno alguno, para eliminar a la alternativa como ha hecho con tantos instrumentos, equilibrios y contrapesos del estado de derecho. La corrupción tiene cercado al sanchismo y su final, que llegará, no será agradable ni sereno. Alberto Núñez Feijóo ha elegido a Miguel Tellado como nuevo secretario general del PP y Ester Muñoz como la nueva portavoz en el Congreso como apuestas y mensajes dentro y fuera del partido sobre lo que le aguarda al país y sobre lo que los españoles necesitarán de los populares. Robustecer el equipo que liderará una misión tan compleja como enfrentar un fin de ciclo crítico de un régimen en una huida hacia ninguna parte ha sido la decisión correcta. Si para España han sido años especialmente sombríos y turbios bajo el populismo despótico encarnado por Sánchez y sus socios, conviene tomar conciencia de que no habrá gesto alguno de mínima dignidad en el ocaso. Los populares no pueden ignorar que no hay otra acción posible que la más férrea e implacable política contra un movimiento carente de legitimidad e integridad, que usurpa a los españoles el derecho a decidir su destino. Elecciones o elecciones.