El canto del cuco
Y Sánchez cogió su fusil
Hay diputados «progresistas» a los que Pedro Sánchez no va a convencer aunque les asegure que el rearme militar no afectará al gasto social y les engañe con el argumento de que se hará con un fondo europeo mancomunado.
Llegó al Gobierno convencido de que el gasto militar era «una pérdida de dinero, un gasto que sobra en España». Henchido de fervor pacifista, hasta pensó en suprimir el Ministerio de Defensa por considerarlo inútil. Lo mismo que don Pio Baroja, él era «antimilitarista de abolengo». Pero, haciendo otra vez de la necesidad virtud, acaba convencido de que hay que incrementar considerablemente –hasta el 2 por ciento del PIB, por lo menos– los gastos de Defensa. Lo exigen la Unión Europea y la OTAN. Esta vez no puede escaquearse. La crisis de Ucrania y la nueva política norteamericana obligan a la vieja Europa a rearmarse. España anda en esto muy atrasada, y Pedro Sánchez no tiene más remedio que coger el fusil. Ahí lo tienen, tan gallardo, tan alto, tan valiente, con el casco en la cabeza y las botas puestas, dispuesto a alistarse en las oficinas de Bruselas ante la mirada complaciente de Úrsula von der Leyen.
El problema es que esto le complica la vida en casa. Sus socios y aliados del Gobierno «progresista» no son partidarios del rearme ni de la defensa de España, sino todo lo contrario. Va contra sus principios. Así que difícilmente le van a apoyar en este difícil trance, posiblemente el más complicado desde que accedió a La Moncloa. Se comprueba que en los grandes asuntos de Estado no puede contar con ellos. Por eso no entra en sus planes someter el nuevo presupuesto de seguridad y defensa, como se hace en todos los países democráticos, al debate y aprobación del Parlamento. Hay diputados «progresistas» a los que Pedro Sánchez no va a convencer aunque les asegure que el rearme militar no afectará al gasto social y les engañe con el argumento de que se hará con un fondo europeo mancomunado. Algunos no van a tragar.
La única manera de cumplir el compromiso con Bruselas es contando con el apoyo del Partido Popular, la principal fuerza política española, partidario de incrementar los gastos de Defensa y, en general, defensor de las grandes cuestiones de Estado. Pero Pedro Sánchez no se atreve a pedirle sus votos a Núñez Feijóo porque eso provocaría una irresistible crisis en la coalición. Sería como cambiar de caballo en medio de la batalla. Feijóo, por su parte, no está dispuesto a salvar al soldado Sánchez y huye de la trampa saducea que le tiende el inquilino de La Moncloa. Hasta aquí hemos llegado. El juego, más que político, es altamente moral. Ante este callejón sin salida, la crisis de defensa debería provocar un adelanto electoral.