Cargando...

Parresía

Sánchez is different

De entrada, Pedro Sánchez ha conseguido que, por unos días, todo un país viva pendiente de él y hable de él en presente, pasado y futuro

Os escribo desde la incertidumbre total, tan expectante como vosotros ante lo que nos anuncie Pedro Sánchez. Se admiten apuestas: ¿Seguirá o dimitirá? ¿Optará por la cuestión de confianza en el Congreso? ¿Convocará elecciones? Los ciudadanos solo disponemos de esa carta que nos ha escrito el presidente del Gobierno –no sabemos si en un arrebato emocional o en ciernes de otro de sus movimientos estratégicos– y todo lo demás son conjeturas, limbo, un país en vilo hasta el lunes. Lo nunca visto aquí, ni fuera de aquí.

Las consecuencias de semejante bomba no se han hecho esperar a su alrededor, con muestras de consternación sincronizadas de su equipo de Gobierno y, por extensión, de las primeras espadas del actual PSOE. Un rosario de súplicas al líder, para que no les deje. El partido quiere exteriorizar ese apoyo rotundo a Sánchez movilizando las redes sociales y fletando autobuses para escenificarlo mañana a lo grande en Ferraz, en el Comité Federal. Y de paso, haciendo declaraciones del tipo «los malos no pueden ganar» o «la jauría ultra ha sobrepasado todos los límites». Ojo, porque lo que –en apariencia– ha causado esa carta ha sido un asunto judicial concreto, no un momento político determinado. Una cosa es ensalzar a muerte a tu presidente y otra alimentar ese populismo y esa crispación social de la que se queja el propio Sánchez.

Otra consecuencia previsible, desde la oposición, es desconfiar de quien dice ser ahora víctima de una operación de acoso y derribo, pero tantas veces les ha demostrado que también es perfectamente capaz de hacer lo que esté en su mano, incluso pactar y amnistiar a independentistas que quisieron romper España, con tal de seguir en La Moncloa. PP y Vox perciben victimismo en su misiva, no ocultan la sospecha de que esta pausa del presidente pueda ser intencionada y busque así relanzar al socialismo catalán, ya inmerso en campaña, o incluso preparar su salida profesional a la Unión Europea. O vete a saber qué.

Sinceramente, intuyo que Pedro Sánchez está afectado. Empatizo, incluso, con la ira que produce cualquier ataque a quienes más queremos. Yo no digo que no tenga motivos para estar disgustado, enfadado, amargado, apagado, abatido, roto. Pero reclamo la misma vara de medir para todos. Comentaba la otra noche en la radio Núñez Feijóo que Isabel Díaz Ayuso, por ejemplo, tendría que haberse cogido no una semana, sino un mes de baja ante tanto acoso político y mediático.

De entrada, Pedro Sánchez ha conseguido que, por unos días, todo un país viva pendiente de él y hable de él en presente, pasado y futuro. Lo mismo que España, Sánchez is different.

Cargando...