El trípode

Sánchez contra EE UU e Israel para complacer a sus socios.

El enfrentamiento contra Israel, llegando a calificar de «genocidio» su actuación en Gaza, supera ya todo lo imaginable en un país democrático occidental

La actual estrategia política de radicalización y polarización en España es sabido que se trata de una realidad que forma parte de la política nacional sanchista para mantener el apoyo incondicional de los socios y aliados de su Frente Popular, utilizando el pretexto de «impedir el acceso al Gobierno de la ultraderecha». Pero ahora, rodeado por la corrupción familiar y política, necesita de más polarización, y la ha ampliado a la política exterior, considerada como una política «de Estado» por tener que estar basada necesariamente en el «interés general» de España. Al considerar Sánchez que «el Estado es él», cual un monarca absolutista, no ha tenido reparo alguno en abrir otro frente, ahora internacional, contra EEUU y contra Israel para contentarles, y de paso distraer la atención mediática sobre su persona. El enfrentamiento contra Israel, llegando a calificar de «genocidio» su actuación en Gaza, supera ya todo lo imaginable en un país democrático occidental, asumiendo como propia la estrategia política de Hamás. Y que ni siquiera la califican así, países como Jordania e incluso Egipto, que es el único fronterizo con la Franja, aparte del mismo Israel. Es oportuno recordar que su reducida superficie, menor de 400 km², permitiría su invasión y apropiación total en apenas unos días por el ejército israelí, si no existiese una clara voluntad de limitar al máximo las víctimas civiles. Lo que es aprovechado por Hamás, la organización terrorista y administradora del territorio, para utilizarlos como auténticos escudos humanos e impedir su evacuación. En esa línea, Ada Colau con Greta Thunberg, en plena sintonía con organizaciones afines a los «Comunes», ha promovido una flotilla para transportar ayuda a Gaza. Que en realidad, más que un gesto humanitario, parece una «gesticulación», y no de ayuda a los gazatíes, virtuales rehenes de Hamás, sino de apoyo a la misma organización terrorista. Es una expresión de esa doble moral de la ultraizquierda populista, ya que podría dirigir su singular apoyo a la República Islámica de Irán, reconocida protectora de los derechos humanos y muy en especial de los derechos de la mujer. Desde Túnez, en una escala, ayer denunció que un dron israelí había incendiado un barco, lo que ha sido desmentido por el gobierno tunecino. Colau declaró que las medidas adoptadas ayer por Sánchez se quedan cortas, porque hay que «aislar moral y políticamente a Israel». La portavoz comunitaria de Derechos Sociales ha criticado esas flotillas porque «escalan la situación y ponen en riesgo a los participantes», lo que ha replicado Colau, que «si no fuera tan grave, me reiría».