Tribuna
«Seny i rauxa»
El desconocimiento de la realidad seguramente brotará de nuevo la noche del domingo. Casi todos se sentirán vencedores, como recientemente sucedió en las elecciones al parlamento vasco, cuando ningún partido superó el 37,48% de la abstención
En pleno fragor de las elecciones catalanas sazonadas con las habituales descalificaciones, incumplibles promesas e incluso insultos, respiré recientemente una bocanada de aire fresco escuchando a Manuel Valls y Cayetana Álvarez de Toledo en la presentación de la segunda edición de «El valor guiaba sus pasos» del conocido político. (1) A la valiosa biografía de los dos, se añadían intrigantes coincidencias: ¿qué ideas unían a un socialdemócrata con una liberal?, ¿a un español que decidió a los veinte años ser francés, con una francesa que decidió ser española?, ¿a una diputada «backbencher» (2) de una monarquía parlamentaria, con un ex primer ministro republicano?.
La primera coincidencia procede de ser ambos refractarios al separatismo. La segunda, haber demostrado el valor de «bajar a la arena, donde las masas rugen, los focos arden, la exposición es total». Pero dando un paso al frente, siguieron la conocida máxima de Platón: «Si los buenos no combaten, los malvados triunfan». También creen que «el líder político tiene una responsabilidad crucial en el devenir de los acontecimientos» con amplias referencias históricas a los trágicos acontecimientos que precedieron a las dos guerras mundiales que destruyeron Europa.
No faltaron referencias –su amor y su conocimiento de la Historia también les une– a Raymond Arón, a Albert Camus y la guerra de Argelia, a los atentados del odio islamista con especial atención al perpetrado en la redacción de Charlie Hebdo en enero de 2015. Refiere la lucha contra ETA cuando fue Ministro del Interior –con especial homenaje al popular Gregorio Ordóñez y al socialista Fernando Mújica (3). Se detiene en nuestra Transición del 78 cuyo espíritu se pretende desdibujar y en los grandes estadistas que formaron la actual Europa que hoy, tras la invasión de Ucrania, debe afrontar seriamente crear un instrumento fiable de defensa común. De Churchill extrae la virtud del valor como primera de las cualidades humanas. Garantiza todas las demás. Por supuesto lo distingue de la temeridad cuando con palabras de Cynthia Fleury señala que el verdadero valor no proviene de ignorar el miedo, sino de conocerlo. «Entre el valor y el miedo se produce un encuentro secreto».
Todo se entremezcla cuando pienso en las elecciones de este domingo y su repercusión no solo en Cataluña sino en toda España. Cuando no es que sea imprevisible nuestro hoy y nuestro mañana. Es que también han creado sobre el ayer, «una España de pasado imprevisible» (4).
Los políticos nacionalistas tendrán que demostrar que no son el simple desecho de tienta descrito por Chaves Nogales durante la República cuando pensaba y decía que el «seny» era algo más que el sedimento de los accesos de desmesura de la «rauxa». Todos deberían apostar seriamente por recuperar una Cataluña que fue empresa ejemplar, motor, iniciativa, atrayente foco cultural y que parece haber abandonado valores de sus mayores como la defensa de la honestidad, el éxito como producto del esfuerzo, la decencia en los comportamientos, la dignidad de ser solidarios.
El desconocimiento de la realidad seguramente brotará de nuevo la noche del domingo. Casi todos se sentirán vencedores, como recientemente sucedió en las elecciones al parlamento vasco, cuando ningún partido superó el 37,48% de la abstención. ¿Qué significa esto? Pocos analistas profundizan en la realidad de lo que representan los partidos vencedores. Pero lo ejercen como si representan la voluntad de todo un electorado; hablan en nombre de todos como si no existieran otras opciones, con una característica peligrosa: la fidelidad ciega a unas siglas, pase lo que pase, de por vida. Viendo imágenes recientes, me acuerdo mas del Palmar de Troya y del Éxtasis de Santa Teresa en cara ministerial que de Westminster, donde los diputados dependen más de sus distritos que de la ciega disciplina de partido. Siempre me cayeron bien los adulamitas (5) que no representaban a ningún partido, que defendían por encima de todo el bien general votando lo que consideraban conveniente. Bien conocida es la práctica norteamericana en la que el electorado elige opciones republicanas o demócratas, según cada tiempo y cada programa de gobierno.
Y viendo el desbarajuste de nuestro laberinto político, no me extraña ver las imágenes de la celebración en Bilbao de su victoria en la Copa del Rey de fútbol. Acudo preocupado a Maslow viendo completamente desfigurada su pirámide. ¿Qué nos pasa? Si ante un trofeo del Rey de España, un electorado no precisamente afín, celebra la victoria sobre un bravo aunque modesto Mallorca tras un pobre empate seguido de inciertos penaltis, se reúne
–gabarra incluida– un millón de personas,
–otra rauxa– coincidirán conmigo que algo tenemos descompensado.
¡No perdamos el «seny»!
1. Ateneo de Mahón. 3 de Mayo.
2. En Westminster: que ocupa asientos de segunda fila: sin cargos en gobierno ni en parlamento.
3. Sus tumbas –cita emocionado– se encuentran a escasos metros de distancia.
4. Mario Garcés. Ex Secretario de Estado.
5. Toman el nombre bíblico de la Cueva de Adulan donde se refugió David.
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