Aquí estamos de paso
No es tan difícil
Creer en la Justicia es dejarla actuar sin inventarse escudos o buscar salvaguardas fuera del juego por mucho que puedan herirnos sus aristas
Anda revuelta la vanguardia gubernamental que dice un día que va a defender a la Justicia de toda presión y toda infamia mientras presiona e infama al juez Peinado que según ellos pedalea y pedalea solo para no caerse de la bici. Dice el Óscar, que parece haber tomado el relevo de su tocayo en la defensa pública de la dignidad presidencial, que este señor sigue en sus investigaciones prospectivas y universales, lo cual, recordaba en su texto el abogado de la señora Gómez, está prohibido por la ley. Coinciden en su ubicación en el caso de la mujer del presidente la fiscalía, la abogacía del Estado, la defensa, el gobierno y el partido, todos ellos señalando al juez Peinado como un prevaricador interesado que busca huellas en una selva por la que aseguran que jamás habría transitado doña Begoña. Le queda a la Justicia en este caso la acusación popular y la abstracción de una confianza que cualquiera como ciudadano puede y debe tener, pero de la que no hacen gala en absoluto en el gobierno. Con lo fácil que sería ponerse de su lado y facilitar el trabajo del juez y los tribunales en un país en el que existen garantías sobradas y probadas para evitar que los jueces prevariquen impunemente. Según Óscar López el presidente Sánchez no tendría que haber declarado nunca. ¿Por qué?, cabe preguntarse. ¿No lo debería hacer cualquier ciudadano en sus circunstancias? Ah, claro, es porque era una declaración interesada, buscada para herir políticamente, planeada con intención prevaricadora. Vale, pero, entonces, ¿no sería mejor que desde el principio se desmontara el supuesto complot políticojudicial dando todas las facilidades a la investigación?
Tiene extraños senderos la política. Tan extraños como acusar a un juez de abrir una puerta interesada y meterse por ella con los toros recién salidos del toril y la artillería descargando a diestro y siniestro. En particular a diestro. Y con estrépito que llega a los vecinos de fuera.
Francamente, se me escapa la estrategia de respuesta del Gobierno y el partido socialista de Sánchez a este caso que ya empieza a cansar al personal, porque no nos deja ver el bosque de la nueva guerra que tenemos en el mar nuestro ni hablar de la vivienda o de los jóvenes.
Que sí, que es importante que la mujer del César además de ser honrada lo parezca, y aquí la frase pompeyana viene como anillo al dedo, pero el debate público ya está más que gastado. Todo lo más, queda en la memoria reciente, como torpe pisada en el cemento fresco, el falso retiro de cinco días acompañado de aquella carta de amor y resentimiento, la conversión del caso en una cuestión de política de toma y daca, el despliegue palmero de argumentos de escuela y adhesiones inquebrantables, de fidelidad al jefe y asunción de lo suyo como propio, como nacional, como universal. Hitos todos de una estrategia descendiente, depauperada, ineficaz, que han otorgado al caso una dimensión de asunto de Estado que está lejos de tener.
Todo está dicho y arrojado contra el otro. Solo queda que la Justicia (repito que garantista, pública y plural) se pronuncie de una vez y para siempre sobre este asunto que aun mostrando perfiles de incorrección sólo terminará de aclararse con una acción limpia y transparente de la Justicia. Si hay en ésta delito o mala obra se sabrá también. Creer en la Justicia es dejarla actuar sin inventarse escudos o buscar salvaguardas fuera del juego por mucho que puedan herirnos sus aristas.
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