Irán

Siria: la hora de la verdad

Ángel Tafala

La pluma duele, el ánimo desfallece al tener que volver a escribir sobre la guerra en Siria ¡son tantas las veces intentando recomendar algo positivo! Pero ahora vuelvo a estar motivado por la intuición de que el desenlace de esta tragedia pudiera estar cerca.

Hay una vieja profecía islámica que anuncia una batalla apocalíptica –en la que los ejércitos «cristianos» serían finalmente aniquilados– en la ciudad siria de Dabiq. Pero no es ahí sino más bien en Idlib –unos 120 km. al suroeste de Dabiq– donde creo que va resolverse finalmente esta lucha despiadada.

Recordemos brevemente la fase anterior de la guerra. Todos los actores en el teatro luchaban contra el salvaje fanatismo del Daesh –del autodenominado Estado islámico– pero odiándose entre sí y con objetivos finales incompatibles. Han sido actores en esta confrontación el Presidente Assad, ayudado por Irán y Rusia; los kurdos, apoyados desde el aire por una coalición encabezada por los EEUU; Turquía, otros combatientes islamistas inspirados por Al Qaeda y desde lejos Israel. Pero dos acontecimientos han sucedido últimamente: que Assad ha ganado la guerra y el Daesh ha sido prácticamente barrido. Únicamente queda una bolsa de combatientes en la provincia de Idlib donde se concentraron todos los terroristas islámicos supervivientes junto a unos combatientes proturcos.

En Siria, pues ya no existe la excusa del Daesh y los accionistas que han «invertido» tanta sangre y tesoro en esta guerra, creen que ha llegado la hora de ser recompensados. El primero de ellos es Irán; muchos guardias revolucionarios junto a combatientes de Hezbollah –la milicia chií libanesa– han luchado duramente. Su intervención en Siria se debe más a razones geoestratégicas que a una afinidad religiosa con el régimen del Presidente Assad. El sueño secular de Irán –antes Persia– siempre ha sido alcanzar el Mediterráneo, el Líbano actual.

Rusia intervino en Siria básicamente por razones de prestigio aprovechado la ventana de oportunidad que la vacilante política norteamericana del Presidente Obama ofreció. Y los EEUU siguen vacilando allí desde entonces preguntándose qué se pretende conseguir. Mantienen actualmente dos pequeños despliegues terrestres, uno al norte escudando a los kurdos y otro al sur cerca de la frontera jordana. Los norteamericanos dominan los cielos al Este del Éufrates, no se sabe bien para qué, mientras los rusos vuelan libremente al Oeste del río. La intervención militar rusa está al límite de su capacidad y probablemente estén rumiando si merece la pena enfrentarse a Turquía y a los EEUU, simplemente para mantenerse en un aeropuerto y una base naval mediterránea. Especialmente delicado para los rusos sería llegar a un choque con Turquía que siempre tendrá la llave del Bósforo que permite sostener ambas instalaciones. El recobrar la grandeza perdida es una obsesión del Presidente Putin, pero el precio para mantenerse en Siria y en Oriente Medio puede llegar a ser insoportable. De momento juega de farol. Los kurdos sirios han luchado duramente por su independencia o más modestamente por lograr una cierta autonomía dentro de Siria. Apoyados vacilantemente por los norteamericanos se mantienen en el Nordeste e incluso en una pequeña bolsa al Oeste del Éufrates, en Manbij. Tanto desde el punto de vista de legalidad internacional como del puramente geoestratégico, la postura norteamericana en Siria –es decir porqué están allí y que pretenden conseguir– es de una extrema debilidad. Muy confusa.

Turquía entró directamente en territorio sirio bastante tarde. Su motivación básica era y es evitar que los kurdos del noroeste se puedan unir a los del nordeste. Por eso ocupo Afrin hace ya unos meses. Ahora tiene otra preocupación adicional: que las fuerzas de Assad no masacren a los combatientes proturcos de Idlib junto a los terroristas islamistas, provocando de paso un éxodo aterrorizado de millones de civiles sirios hacia Turquía. Acaba de firmar con Rusia un acuerdo para establecer y patrullar conjuntamente una franja a desmilitarizar de unos 20 kms. de ancho alrededor de Idlib. Como paso con tres intentos anteriores no creo vaya a durar mucho.

Israel solo ha intervenido –hasta ahora– esporádicamente en Siria con un único objetivo: frenar la expansión de Irán, tanto directa como a través de Hezbollah.

Uds. podrán preguntarse ¿entonces realmente que ha cambiado en Siria? Pues que la lucha de intereses que antes se desarrollaba a lo ancho de toda su geografía se ha concentrado ahora en Idlib. La leña para el fuego –los odios y sufrimientos de estos siete años– los acumulan allí todos los accionistas de la tragedia, pero la llama la puede acercar el Presidente Assad con su deseo de recuperar territorio. Especialmente peligroso sería si los accionistas principales –los EEUU e Irán– decidieran materializar su enfrentamiento global en las sufrientes tierras sirias. Los rusos, los turcos, los kurdos o incluso Israel pueden hacer algo insospechado que encienda también el fuego. Pero el verdadero peligro está en los iraníes arrinconados por la insensata política del Presidente Trump. Esperemos que tras diecisiete años luchando en Afganistán y quince en Irak, Trump no elija Siria para frenar a Irán. Por su naturaleza este conflicto no se limitaría al teatro sirio. Todo esto está en juego –concentrado– en Idlib. Pronto veremos de qué manera se resuelve.