El trípode

La verdad, la primera víctima de toda guerra

Sería deseable que una nueva organización, cuando menos, fuera capaz de conseguir un relato veraz de la situación

La ONU sucedió a la «Sociedad de Naciones», creada en 1919 al final de la Primera Guerra Mundial con los Tratados de Versalles. Su finalidad era asegurar la paz, evitando conflictos como había sucedido con esa gran guerra, iniciada en 1914 como europea y convertida después en mundial. Tras su evidente incapacidad de evitar la Segunda, en 1945, finalizando esta, la Conferencia de San Francisco promovió la creación de la ONU, que se formalizó el 24 de octubre de ese año, un mes después de la firma de la rendición del Japón ante EEUU el 3 de septiembre y que dio final definitivo a la misma. El papel de la ONU no difiere del realizado por la Sociedad de Naciones, y sería deseable que no se esperara demasiado a crear un nuevo foro si se pretende realmente una organización multilateral capaz de ser eficaz para intentar asegurar la paz en el mundo, hoy más amenazada que nunca en los últimos 80 años. El rechazo a Israel invocando la situación en Gaza ha alcanzado estos días en la Asamblea General de la ONU en Nueva York unos niveles casi alarmantes (incluso sin el «casi»). Aunque conviene señalar, en primer lugar, que lo primero que ha quedado acreditado es que la Organización que fue creada tras el final de la Segunda Guerra Mundial se ha convertido, como decimos, en una instancia totalmente inoperante para la finalidad que motivó su creación. Su papel para evitar guerras y garantizar la paz es hoy totalmente nulo, en un mundo geopolíticamente constituido de facto en un nuevo orden multipolar con EEUU y los BRICS de polos del mismo, diferente del surgido en 1945. El Consejo de Seguridad, con capacidad de veto por parte de los cinco países que la promovieron hace 80 años, no representa ya la realidad global actual, sensiblemente distinta de la de entonces. Lo que más ha trascendido de esa Plenaria es el enfado de Trump por las averías del teleprompter y la escalera mecanizada y la ausencia de gran número de delegaciones para escuchar a Netanyahu. Además de Gaza, Ucrania constituye el otro gran foco de riesgo de una Tercera Guerra Mundial. Y no debe olvidarse que la primera víctima de toda guerra es la «verdad», sometida al enfrentamiento de relatos construidos por los respectivos bandos enfrentados como arma de propaganda a favor de sus intereses. Sería deseable que una nueva organización, cuando menos, fuera capaz de conseguir un relato veraz de la situación. Para que no haya solo el de una de las partes, como el de Hamás en Gaza o el de Zelensky en Ucrania, que son los únicos conocidos aquí.