Propuesta de visita
2022: el último gancho para que el Papa viaje a España
El quinto centenario de la conversión de San Ignacio puede traer la visita de Francisco a Manresa, Loyola y Santiago. La invitación oficial ya estaría en sus manos
Ahora o nunca. La última oportunidad de que Francisco viaje a España se juega en los próximos meses. Esa posibilidad podría materializarse en 2022. Y aunque a priori podría pensarse en el año santo compostelano como argumento, como lo fue para Juan Pablo II y Benedicto XVI, el reclamo más fuerte sería otro: los 500 años de la conversión de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús.
Sin duda alguna, para el primer Papa jesuita de la historia este acontecimiento supone un hito hasta tal punto que ya ha mostrado su respaldo a un jubileo que arranca este día 20 de mayo y concluirá el 31 de julio de 2022. De momento, todos los agentes implicados en conseguir la visita del Pontífice están poniendo la carne en el asador. Según ha podido confirmar LA RAZÓN, la Santa Sede habría recibido oficialmente las correspondientes invitaciones. La más importante, la que corresponde a la jefatura del Estado. El Rey Felipe VI ya habría hecho llegar la correspondiente misiva formal a Francisco. De manera informal, el pasado mes de octubre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se lo manifestó personalmente durante su visita exprés al Vaticano. En aquel momento, el Santo Padre le dejó caer que la posibilidad se estaba estudiando, por lo que el líder del Gobierno de coalición no se pudo apuntar el tanto correspondiente. Y es que desde Moncloa no habría impedimento alguno para acoger al Sucesor de Pedro. Más bien, al contrario, teniendo en cuenta que se contempla al Papa como un aliado en la mirada del Ejecutivo en cuestiones vinculadas a la esfera social, derechos humanos, ecología… De hecho, a pesar de las discrepancias en cuestiones como la eutanasia, la educación o la fiscalidad, la relaciones Iglesia-Estado son cordiales y fluidas.
Además, en Roma también está desde hace tiempo la propuesta oficial por parte de la Conferencia Episcopal, que preside el cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella. Sobre la vía eclesial se pronunció precisamente ayer el provincial de los jesuitas de nuestro país, Antonio España, durante la presentación del jubileo ignaciano. «Nosotros hemos pedido la visita del Papa a través de la Conferencia Episcopal Española, quien lo ha transmitido a Francisco, porque quieren que venga. Desde ahí no sabemos más», exponía ayer ante los medios el religioso, que a renglón seguido dejaba caer cómo, a partir de ahí, se escapa a su competencia: «Es relación entre Estados, de España y la Santa Sede. Esperamos que pueda ser posible. Estamos en ello y esperando noticias del Vaticano». Y, lo más importante, Francisco estaría más que dispuesto a hacer las maletas para peregrinar por España. En una hipotética pero verosímil agenda, el Papa recorrería Cataluña, País Vasco y Galicia, no necesariamente por este orden.
Lo cierto es que Bergoglio siempre ha tenido como referente a Ignacio de Loyola y para él pisar la cueva de Manresa donde escribió la primera versión de los Ejercicios Espirituales supondría cumplir un deseo personal. De momento, en la localidad barcelonesa todo está a punto, después de que la Compañía de Jesús haya rehabilitado este espacio de peregrinación y culto con los mosaicos del artista y jesuita esloveno Marko Rupnik. El otro lugar indispensable en la ruta ignaciana sería Loyola, lugar de nacimiento del santo español ahora convertido en santuario. El eje lo completaría Santiago de Compostela, parada obligada por un Xacobeo ampliado por la pandemia.
No se descarta que Bergoglio tuviera además algún gesto hacia Teresa de Jesús, otro de sus referentes españoles. La santa de Ávila estuvo a punto de traer a España a Francisco en 2015 con motivo del V Centenario de su nacimiento. En aquel entonces, desde la Moncloa de Rajoy y Sáez de Santamaría se dio por sentada la visita. Es más, el propio Papa lo manifestó en el vuelo de regreso de Corea en agosto, donde confirmó que ya había recibido la invitación del los Reyes y del Episcopado –como ahora–. Incluso dejó caer que iría «por la mañana a Ávila y Alba de Tormes y regresar a primera hora de la tarde, sería posible». Lamentablemente aquel plan se frustró.
Ahora toca encomendarse a san Ignacio de Loyola.
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