El punto
Un presidente honrado al frente de los farmacéuticos
El próximo 3 de abril, el Colegio de Farmacéuticos de Madrid pasará página y empezará una etapa marcada por nuevos y trascendentales desafíos profesionales. Ese día se celebrarán elecciones y el actual presidente dejará la corporación al vencer su mandato, después de ocho años de brega constante en defensa de los 13.500 colegiados de la comunidad. Un tiempo que ha estado salpicado de grandes satisfacciones y también de más de un trago amargo.
El gran legado que deja Luis González a los cuatro aspirantes que batallarán por sucederle no es, sin embargo, esta lucha continua contra los molinos de viento, tan presentes en su tierra manchega y en el entorno farmacéutico. Ni siquiera los éxitos cosechados, que los ha habido, y muy notables, sobre todo durante la pandemia, contando para ello con la ayuda inestimable de Carlos Ibáñez, el gran motor del colegio.
Su verdadero legado es una lección de ética que debería expandirse a todos los colegios profesionales, por el bien de la Sanidad en su conjunto. Porque González ha sido, sobre todo, un presidente honrado. Créanme si les digo que esto que debería ser la norma se ha convertido en la excepción dentro de un sector en el que el dinero opera la mayor de las metamorfosis hasta en las personas más austeras.
González supo pronto trazar las líneas rojas. Para llegar a la presidencia, tuvo que lidiar en los comicios contra un grupo mafioso con intereses espurios que buscaba hacer caja a costa de las farmacias y convertir estos establecimientos en oficinas de venta de seguros. González ha rechazado también en estos años todo tipo de prebendas y se ha negado a formar parte de consejo de administración alguno a cambio de estipendio.Sigue con su farmacia y allí volverá en abril.
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