Depakine
«Aceptaría que Sanofi me pidiese perdón si crea un fármaco contra los trastornos»
►David tiene un 72% de discapacidad por el Depakine. El laboratorio silenció los efectos
David saca tiempo para atendernos entre examen y examen. Nos atiende por teléfono. Su madre le pone el altavoz para que nos pueda escuchar bien. «Estoy sordo, tengo autismo, problemas de aprendizaje, déficit de atención, una malformación en las manos, me tengo que poner hasta guantes y una codera». En total, «un 72% de discapacidad», precisa Cati Gallardo, su madre. ¿El motivo? Depakine, el medicamento de Sanofi para la epilepsia que causa defectos congénitos. Recientemente un juez les dio la razón a él y a otras dos familias. No serán los últimos, gracias al empeño de Ignacio Martínez, su abogado.
Cati empezó a tomar Depakine a los 20 años, cuando tuvo la primera crisis. «Tengo un cavernoma temporal izquierdo que me provoca crisis epilépticas parciales. Me afecta sobre todo al habla, es como si de repente no pudiera verbalizar lo que quiero decir. Cuando me lo recetaron no me dijeron nada de que provocaba malformaciones a los fetos. De hecho, en 2002 pregunté a mi neurólogo y me dijo que no pasaba nada, que no tenía en ningún caso que dejar el tratamiento».
Nos manda el informe médico. No hay palabras tras leerlo: «La paciente refiere desear quedar embarazada, por lo que se le aconseja –que– siga tomando ácido fólico y ácido valproico (Depakine) a las dosis indicadas», recoge el documento. Cati, que recuerda que entonces no había tanto acceso a internet como ahora, explica que «pregunté al doctor, y como me lo prescribió no pensé que fuera a pasar nada».
«El 15 de septiembre de 2003, con 35 semanas, nació David. Al ponerle en la cuna ya notaron que tenía problemas respiratorios. Lo ingresan y la neuropediatra me dice: ‘’Hay posibilidades de que tu hijo tenga el síndrome del valproato fetal’'. Se me cayó el mundo encima. Pregunté que cómo podía ser, ya que mi neurólogo no me lo advirtió pese a preguntárselo... Fui a verle y me preguntó ¿y ese síndrome qué es? Y es que él trataba adultos, los otros a niños» y en España Sanofi no había advertido debidamente.
«La farmacéutica seguía lucrándose. Me sentí idiota, me hundí, pero como pensé que solo me había pasado a mí me centré en sacar adelante a David. La culpa es una constante, tanto que te crees, pese a saber que no es culpa tuya, que nunca haces lo suficiente por él y si David no logra hacer algo pienso que es porque se lo he quitado yo por haber tomado Depakine. Es un sentimiento que está ahí».
Ese temor o esa desconfianza se quedó y cuando se quiso volver a quedar en estado, esta vez de Marta, «dejé de tomar Depakine un año y medio antes de embarazarme. No estaba segura, pero el informe de mi hijo lo decía claro. Así que no tomé ni eso ni nada. De hecho, tuve un dolor horrible de muelas durante el embarazo y estuve haciendo gárgaras, sin tragar, con tequila. Me daba terror que pudiera volver a pasar y no confiaba en la información a la que pudieran tener acceso los médicos sobre los medicamentos, para mí sí, pero estando en estado no por lo de David. Por cierto, que mis crisis son leves, por lo que la primera vez podía no haber tomado Depakine...», se lamenta.
Cati recuerda que en 2014 una persona le comentó que había muchos casos como el de su hijo en Francia. «Sanofi es una farmacéutica francesa. Allí se descubrió esto antes. Pero también fue tarde». Ya había estudios en los 80. «No puedo entender que siga pasando. Tenemos a un niño de tres años en la asociación... Cuando nació mi hijo me daba igual quién era el culpable, solo quería dedicarme a él, pero al enterarme de que había más casos me dije que no iba a permitir que hubiera más», recuerda esta abogada. Lo que es de agradecer. Su rabia es totalmente lógica, máxima cuando «durante este tiempo Sanofi jamás se ha puesto en contacto con nosotros. Afirman en televisión que apoyan a las familias. ¿Apoyar es decir que van a recurrir? ¿Apoyar es no informar? En mi prospecto no venía ninguna alerta...», denuncia.
Preguntamos a esta madre, hoy tesorera de la Asociación de Víctimas por el Síndrome de Ácido Valproico, que le diría a Sanofi: «Que el dinero no vale todo. El poder tampoco. Llámenme y vean cómo es el día a día de mi hijo. Es fundamental confiar en las farmacéuticas, puede haber errores, pero no pueden ocultarlos por querer ganar dinero. Depakine es un buen antiepiléptico, pero tiene efectos teratogénicos en el embarazo y se ocultaron».
Consultamos a David, gran aficionado a la Fórmula1 –«soy neutro entre Alonso y Sainz»–, si le gustaría que Sanofi le pidiese perdón por lo que le ha hecho: «Aceptaría su perdón, pero con la condición de que hiciera un medicamento que reduzca los trastornos que causó el Depakine en niños en un máximo de cinco años».
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