
Medicamentos
El efecto Trump en los fármacos: serán más caros y tardíos en la UE
Los aranceles pueden lastrar la innovación e incrementar los problemas de desabastecimiento

Las farmacéuticas se están moviendo rápidamente frente al jaque mate lanzado por Trump a la industria con el anuncio de un arancel del 100% a los productos farmacéuticos salvo que construyan una planta en el país.
Así, si el pasado 29 de septiembre Rovi anunciaba que había comprado una fábrica en EE UU para producir para otros por primera vez fuera de España, Pfizer comunicaba días después un acuerdo histórico por el que garantizará que los pacientes en EE UU paguen precios más bajos por sus medicamentos recetados y Bristol Myers Squibb ya comienza a vender una terapia para la esquizofrenia al mismo precio en Reino Unido que en Estados Unidos, lo que contrasta con lo sucedido hasta ahora, ya que los precios son más altos en EE UU porque allí las compañías tienen libertad para fijarlos.
La política proteccionista trumpista no van a salir gratis a los europeos. El encarecimiento de medicamentos en Europa es probable como consecuencia para compensar los sobrecostes en Estados Unidos. Esta es una de las conclusiones que recoge LLYC en su informe «El impacto de los aranceles en la industria farmacéutica», avanzado a este suplemento.
Una consecuencia que, al menos de momento, no ven así desde la patronal farmacéutica. «Es muy prematuro hablar de precios, no percibo que vaya a haber un encarecimiento de los medicamentos para el paciente», afirma Icíar Sanz, directora del departamento internacional de Farmaindustria, quien incide en que «hay que ser cautos, estar atentos y tener un plan B. No podemos no tenerlo. Hay que aprovechar las pausas arancelarias para llegar a un acuerdo antes del verano como sí ha sucedido con los genéricos» porque de lo que no tiene duda es que «los aranceles supondrán realizar ajustes de recursos humanos, lo que afectará al empleo», directo e indirecto, así como al «I+D porque este encarecimiento de costes supondrá que se destinará menos en investigación».
«Lo que hay que hacer es invertir en innovación. Eso nos puede hacer ganar en competitividad perdida», añade.
Y si bien en nuestro caso el volumen de exportaciones farmacológicas al país supone solo el 6% del total (22% en el caso de Portugal), el mercado estadounidense sigue siendo estratégico para la industria española.
La imposición de aranceles podría afectar la competitividad de los productos, encarecer los precios y reducir la cuota de mercado, con impactos potenciales en el empleo y en las regiones donde se concentra la producción. Así, como explica Raúl Mínguez, director del Servicio de Estudios de la Cámara de Comercio de España, «un incremento de aranceles realmente supone un encarecimiento de los productos. Es decir, una barrera a la venta de productos europeos y una caída de las exportaciones. El impacto en España es contenido, por lo que a las empresas lo que les preocupa realmente es cómo afecta eso a los mercados, ya que las exportaciones de bienes a EE UU supone menos del 1% del PIB para España, pero para Francia es el 2 de su PIB; Italia, el 3; Alemania el 4, e Irlanda es el país que más sufre».
Al probable encarecimiento de medicamentos hay que añadir «retrasos» aún mayores «en el acceso a terapias innovadoras», que ya superan, y mucho, los 180 días establecidos por la Directiva europea que regula la fijación de precios de los medicamentos y su inclusión en el ámbito de los sistemas nacionales de salud. En concreto: 616 días.
Y no solo. El informe de LLYC también alerta de que esta política proteccionista podría suponer un incremento de los riesgos de desabastecimiento debido a la dependencia transatlántica, una consecuencia que compañera la experta de Farmaindustria.
El estudio también alerta del riesgo de fragmentación del mercado único europeo si los Estados miembros negocian individualmente con Washington, debilitando la posición europea.
Otro de los peligros es que la industria reconsidere proyectos en Europa, especialmente en Reino Unido y otros países con precios bajos, mientras que refuerza sus inversiones en EE UU, atraída por incentivos industriales y seguridad regulatoria. Es decir, que trasladen sus inversiones a EE UU como pretende Trump.
Ante este escenario urge actuar. «A las grandes multinacionales no les tiembla el pulso para desinvertir en Europa y trasladar la inversión a Estados Unidos. Mientras que Trump está industrializando el país, aquí en Europa se habla de la industrialización desde el covid pero no se hace nada. Hay que atraer inversión en I+D de verdad», afirma Carlos Parry, líder de Healthcare de LLYC en Europa y autor del informe.
Parry incide en que «el riesgo es no actuar. Lo que está pasando en EE UU no va a terminar. Esto va a seguir así si los que tienen que tomar decisiones no pasan del modo descanso al modo activo, si no los grandes perjudicados van a ser los pacientes».
¿El único enemigo?
►Parece que el único enemigo que tiene la UE es Trump y «no es cierto. Está China, que además practica el dumping», incidió Alicia Coronil, economista jefe de Singular Bank.
«Trump –continuó– es un elemento disruptivo que hace que Europa se despierte. Pero hay que ver las barreras que hacen que nuestra industria estén lastrando la competitivas como las excesivas barreras dentro de la propia UE que suponen un arancel del 110% sobre nuestros productos».
La incertidumbre es la nueva normalidad y «lo que vemos en el mercado es que los inversores ven el sector farmacéutico como refugio», destacó la experta, que se mostró optimista con que la UE y EE UU se vayan a poner más de acuerdo de lo que pensamos.
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