Entrevista

La explicación médica a los mitos más extendidos sobre cáncer y alimentación

Entrevista a la doctora Sara Cristina González del servicio de oncología médica del Hospital Universitario La Luz

Comida recién salida del horno (microondas)
El microondas no es en absoluto cancerígeno ni la comida calentada en microondas lo esBestwattageCreative Commons

1. Uno de los mitos es que hay que eliminar la carne roja durante el tratamiento del cáncer o incluso dejar de comerla para prevenirla ¿es cierto?

La asociación entre el consumo de carne roja y el riesgo de desarrollar cáncer ha sido muy estudiada a lo largo de los últimos años y los datos son contundentes. Un elevado consumo (dosis-dependiente) de carne roja diaria se asocia a un incremento del riesgo de entre el 20 y el 30% en tumores digestivos, tanto por su aporte de hierro orgánico que genera radicales libres dañinos para las células del tubo digestivo como por la formación de nitrosaminas derivadas de su metabolismo y el contenido elevado de aminas heterocíclicas e hidrocarburos policíclicos aromáticos. Sin embargo, esto no quiere decir que el consumo de carne roja esté prohibido y sea perjudicial en todos los aspectos, de hecho es un alimento que es rico en nutrientes como hierro (ya mencionado anteriormente), proteínas y vitamina B, lo cual es beneficioso para la salud si se consume en cantidad moderada y limitamos la ingesta a una o dos raciones por semana de carne roja sin procesar. Con todo, la carne roja procesada (ahumados, salados, curados) es recomendable limitarla a ocasiones muy puntuales y no debería ser un producto de consumo diario.

2. Lo mismo sucede con los productos lácteos…

Efectivamente, también se ha escrito mucho sobre los productos lácteos y se han llevado a cabo estudios poblacionales en este aspecto (con la consecuente limitación que tienen los cuestionarios alimenticios a la hora de establecer asociaciones causales claras).Existen algunos datos que apuntan a que un consumo muy elevado de lácteos sí podría favorecer la aparición de cáncer de próstata localizado de bajo riesgo, pero la potencia estadística es muy baja y es probable que existan factores de confusión.

A día de hoy no se puede ni se debe decir que los productos lácteos sean cancerígenos y que su consumo moderado incremente el riesgo de padecer cáncer. Se debe puntualizar que la categoría de producto lácteo engloba productos que pueden estar muy procesados, edulcorados, saborizados y llevar gran cantidad de azúcares libres, y todo esto actúa como potencial factor de confusión en los estudios.

De hecho, sí existían estudios que relacionaban el exceso de lácteos en la dieta con aumento de peso y directamente con cierto incremento del riesgo de cáncer, pero en la discusión se puntualizaba que estas dietas ricas en productos lácteos en numerosas ocasiones englobaban elevadas cantidades de productos procesados y azúcares libres lo cual aumenta el índice de masa corporal e indirectamente por factores inflamatorios puede incidir en el aumento de riesgo de desarrollar patología tumoral. Se podría obtener como conclusión en base a toda la literatura científica existente, que el consumo moderado diario de lácteo natural no procesado y a ser posible, fermentado, es seguro y además una adecuada fuente de calcio y vitamina D.Otro punto muy comentado en la actualidad es que la leche de vaca es rica en la proteína caseína A1 que a priori en distintos estudios parece que hipotéticamente pudiera estar relacionada con problemas inflamatorios, de alergias y de intolerancias digestivas por lo cual se recomienda a algunas personas sustituir los lácteos procedentes de la vaca por aquellos derivados de cabra u oveja (por prescindir de esta proteína). Es muy dudosa la relación de la presencia de caseína en la dieta con el incremento de riesgo de cáncer y actualmente debemos ser muy prudentes a la hora de establecer esta asociación, que ya digo, no está demostrada hoy por hoy.

3. Y si algo se demoniza respecto al cáncer a su prevención y sobre todo a su consumo durante su tratamiento es el azúcar. Hay quien asegura, incluso que el azúcar “alimenta las células cancerígenas y favorece un mayor crecimiento de células tumorales” ¿Tampoco es cierto? ¿Ni siquiera en los alimentos procesados?

La glucosa es una molécula que es imprescindible para la vida y de la cual se obtiene energía. La glucosa la utilizan las células buenas y también las células malas. En mi opinión, aquí el punto que genera confusión a nivel social es que se malinterpreta el mecanismo por el cual el consumo reiterado y en grandes cantidades de azúcar libre en la dieta puede llegar a incrementar el riesgo de desarrollo de cáncer. Es decir, una dieta habitual rica en azúcar libre: esto es azúcar que se absorbe rápido y alcanza el torrente sanguíneo en grandes cantidades en un momento, con lo cual generamos un pico de insulina y por tanto una desregulación metabólica continua, es una dieta que generará sobrepeso, inflamación crónica de bajo grado, diabetes e intolerancia a los hidratos de carbono y en conjunto todo esto sí puede incrementar el riesgo de cáncer y, si ya existe un cáncer establecido, empeorarlo. Pero para que esto suceda el consumo debe ser diario y excesivo. La OMS señala como límite máximo diario de azúcar libre los 25 gramos (para mí gusto es una cantidad excesiva) y quizá no deberíamos pasar de los 10 gramos. Desde luego, lo ideal es que a diario no consumamos azúcares libres si lo podemos evitar (esto incluye zumos, refrescos, bollería industrial, azúcar en el café).

Si mantenemos una dieta cuya fuente de hidratos de carbono habituales sean complejos (es decir de lenta absorción, que no provoquen pico de insulina), como por ejemplo las legumbres, fruta entera, cereales integrales, no estamos elevando el riesgo de tener cáncer ni tampoco, si ya tenemos un diagnóstico, estaremos empeorando su pronóstico. Por tanto, no se trata de que la glucosa como molécula altere directamente los genes de una célula y la induzca a ser maligna (como sí puede suceder con la radiación ionizante, por ejemplo). Y tampoco se trata de que al ingerir una porción de azúcar, estemos alimentando a una célula tumoral y la estemos abonando como quien reparte estiércol en el jardín de su casa para que crezca el césped. Para que el azúcar libre (independientemente de su procedencia, en alimentos procesados o azúcar de mesa) aumente el riesgo de padecer cáncer, debemos consumirlo a diario y en grandes cantidades y además conjugarlo con hábitos de vida sedentarios y ausencia de ejercicio físico. Lamentablemente estas dos condiciones suelen coexistir en una persona en muchos casos en la sociedad actual.

4. De los edulcorantes se ha dicho de todo. Incluso que desarrollan cáncer… ¿Son seguros? ¿Recomendables tanto cuando no se tiene cáncer como cuando se está en tratamiento?

Existen estudios poblacionales nuevos bien realizados en los que los datos apuntan a que un consumo diario de edulcorantes artificiales como Aspartamo o Acesulfamo-K sí son sustancias que incrementan el riesgo de padecer cáncer, sobre todo de mama, además de que (paradójicamente a pesar de tratarse de productos que buscan sustituir el azúcar libre) incrementan la tasa de obesidad. Estos edulcorantes artificiales se encuentran en gran cantidad de productos procesados tanto de bollería como de bebidas gaseosas, refrescos, chucherías... De ahí que recomendemos prescindir del alimento ultraprocesado y que desde los centros sanitarios se recomiende beber agua como fuente de hidratación habitual. Mi opinión es que los edulcorantes artificiales no se deberían consumir diariamente pero que un consumo puntual (quizá de una vez por semana) no va a generar un impacto significativo en nuestro riesgo de desarrollar cáncer, lo mismo aplica cuando hay un diagnóstico ya establecido.

5. ¿Y qué pasa con el chocolate que también tiene mala fama y que tantos eliminan durante su tratamiento y a qué se debe este mito?

En realidad, desconozco la mala fama del cacao. Al contrario, el cacao puro tiene muchas propiedades beneficiosas para la salud, sin embargo, es un alimento muy calórico: rico en grasas saturadas que debe consumirse en muy pequeñas cantidades. Otro asunto es ya el del chocolate con leche y derivados ricos en azúcar libre y en aditivos alimentarios que no son saludables como ya hemos comentado anteriormente.

6. ¿Beber agua embotellada es mejor durante los tratamientos de cáncer, como piensan algunos?

Por suerte, nos encontramos en un país del primer mundo donde el agua potable a la que tenemos acceso desde nuestros hogares es agua tratada y que ha superado unos controles mínimos sanitarios, por lo que en nuestro entorno beber agua del grifo no debería suponer un riesgo infeccioso. En otros países o regiones donde exista un mayor riesgo de consumir agua contaminada, sí que se recomienda beber agua embotellada ya que durante los tratamientos de quimioterapia pueden bajar las defensas y las personas son más vulnerables a contraer una infección potencialmente grave.

7. ¿Y qué pasa con el mercurio del pescado azul? ¿Lo convierte en algo perjudicial para los pacientes oncológicos?

El mercurio es perjudicial para todas las personas independientemente de las enfermedades que padezcan. Respecto al cáncer, no hay evidencia que relacione el mercurio del pescado azul con el riesgo de cáncer (aunque sí con otras patologías sobre todo neurológicas y sobre todo en niños y por exposición intrauterina). Lo recomendable es que el pescado azul que consumamos sea pequeño como la sardina o la caballa y limitemos el consumo de peces de gran tamaño (que acumulan mayores cantidades de mercurio) como el pez espada o el atún rojo a una vez al mes.

8. También hay muchos mitos sobre cómo se debe guardar o preparar la comida tanto para prevenir el cáncer como para contribuir a su mejoría durante su tratamiento. ¿Qué pasa con los envases de plástico? Hay quien dice que son peligrosísimos, otros que no tantos pero que es mucho mejor utilizar cristal no ya en los que compramos, que también, sino en los que utilizamos nosotros para almacenar los alimentos…

Si utilizamos envases de plástico deben ser libres de Bisfenol A, ya que esta sustancia sí puede contaminar los alimentos y es perjudicial para nuestra salud.

Las recomendaciones generales consisten en evitar calentar la comida en envases de plástico con bisfenol y también evitar reutilizar recipientes de plástico más allá del número de veces permitido en el código que viene escrito en el envase. Lógicamente, los recipientes de cristal son más seguros tanto como para calentar como para almacenar los alimentos.

9. ¿Y qué pasa con las sartenes y cazuelas de teflón? ¿Cocinar en ellas tiene riesgos cancerígenos?

Sobre el teflón también hay una leyenda negra que circula por la sociedad. El teflón no es cancerígeno, pero sí que es verdad que existe una sustancia llamada perfluorooctanoico o PFOA que es la que se utiliza para fijar el teflón al material de la sartén y que sí puede llegar a ser tóxica (aunque no hay estudios firmes que demuestren significación estadística). En cualquier caso, si la sartén está en buen estado y el teflón no se ha despegado de la misma, no hay riesgo de contaminación de la comida por PFOA y por tanto se puede considerar que cocinar en ese recipiente es seguro.

10. ¿Y el microondas?

Rotundamente, no. El microondas no es en absoluto cancerígeno ni la comida calentada en microondas lo es. Las ondas que produce este dispositivo no tienen capacidad ionizante y por tanto no pueden dañar el ADN celular ni inducir malignidad.

11. De barbacoas y parrillas si conviene hacer un uso moderado ¿no? ¿Por qué?

Porque la carne roja cocinada a elevadas temperaturas como efectivamente, en la barbacoa o en la parrilla, genera sustancias potencialmente carcinógenas como ya hemos comentado antes (las aminas heterocíclicas y los hidrocarburos aromáticos) que pueden incrementar el riesgo de cáncer a nivel de tubo digestivo.

12. ¿Y qué pasa con los hiper recomendados, té verde, frutos rojos, ajo, semillas de lino, cúrcuma, que parecen mágicos contra el cáncer, que hay incluso quien dice que lo curan?. ¿Se pueden/ deben utilizar antes, durante o después del tratamiento de cáncer?

Son superalimentos como se llaman ahora. Son saludables y tienen buenas propiedades que en el contexto de la enfermedad nos pueden ayudar a que las personas tengan buena calidad de vida y mejor tolerancia a los tratamientos. Únicamente habría que añadir que antes de introducir suplementos o algún alimento en grandes cantidades, se debería consultar al oncólogo por si hubiese alguna interacción con el tratamiento que se está recibiendo.

Por ejemplo, el zumo de pomelo no debería consumirse estando en tratamiento de quimioterapia porque tiene la capacidad de aumentar significativamente los efectos secundarios. O la curcumina en suplementos que interacciona con el Tamoxifeno (fármaco que se utiliza para prevenir la recaída en cáncer de mama), haciendo que éste pierda efectividad. O el adaptógeno ashwagandha, que puede disminuir la efectividad del letrozol (también utilizado en cáncer de mama).

13. Por último, se han puesto muy de moda los alimentos ecológicos, para evitar residuos de plaguicidas o antibióticos…, pero ¿no puede suceder que nos encontremos con alimentos poco controlados? ¿Qué es lo recomendable en estos casos?

A la hora de consumir cualquier alimento me aseguraría de que ha pasado los controles sanitarios correspondientes. Lógicamente, si podemos reducir la cantidad de sustancias a las que ese alimento ha estado expuesto, mejor, pero a veces no depende del consumidor, si no de la capacidad de acceder a alimentos de este tipo en su entorno que tengan una procedencia fiable. Si uno no puede acceder a ello por los motivos que sea, se debe lavar bien la fruta y verdura antes de consumirla. Lo importante es consumir la fruta y la verdura a diario, bien lavada y en condiciones higiénicas.